Entre la oscuridad siempre van a destacar las más brillantes estrellas. Justo entre el cielo y la Tierra la vi, la estrella más frágil que a oscuras padecía.
La recogí del cielo y la refugié en mis brazos, la acogí y terminé dándole más que sólo un hogar, le entregué mi felicidad, mi amor y mi esperanza. No me quedaba más que ofrecerle que el amor que sentía y fue entonces ahí cuando se marchó, alumbrando otras vidas, otros amores y dejándome en el olvido.
Aquello me dejó un terrible dolor, y sin rencor alguno comencé a escribir mi tristeza, no soy escritor, mucho menos un astrónomo, simplemente un hombre que escribe creyendo saber lo que es el amor.
Pobre ha de ser la estrella a la que le enseñas a amar, pero más pobre ha de ser el humano que enseña a amar.