Sakura

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Las estrellas parecen tan lejanas y poco visibles. La ventana deja entrar al aire nocturno y fresco. Termino con mechones sobre mi rostro, mi cabello atacando mi vista. Cierro los ojos, y la imagen vuelve a mí como si estuviera buscándola. Aquel chico de cabello rojo cenizo y mojado, goteando sobre sus hombros. No debería recordar eso, no debería fijarme en su rostro tan seguido.
Vamos, Sakura. ¿Qué pasa contigo?
Tal vez mi primer paciente, con todo y sus defectos me agrada.
Me remuevo en mi cama, como si fuera una niña pequeña haciendo un berrinche y abrazo las mantas. Debo dormir, mañana tengo trabajo. Mañana debo ir con Sasori.
Mañana debo... No, quiero, quiero ir con él.

-¡Sakura!

Casi caigo de la cama. Rayos, ¿qué hora es?
Casi bajo saltando los escalones para avanzar a prisa. Mi vestimenta es la misma de siempre y la que alcancé a ponerme mientras terminaba de secarme.

-Sakura, ¿te has quedado dormida?

- Si, lo siento, Mamá. ¿Voy tarde?

-No te preocupes, aún queda tiempo. Te llamé porque quería que revisaras un pergamino que llegó para ti.

-¿Ehh? ¿Para mí?

Mamá extiende sus manos, me ofrece un pergamino cilíndrico, seguramente con algún jutsu de protección que sólo puede abrir a quien va dirigido.
Hago los sellos, y se abre frente a mí, dejando una nube de humo. Los Kanjis tienen un orden específico, todos escritos por Tsunade-sama, la Quinta Hokage de Konoha.
Mamá y yo examinamos todo el contenido, pero ella no parece entenderlo muy bien por lo que me tomo la molestia de explicarle.

-Tsunade-sama me ha mandado un caso. Parece ser que en La Aldea de la Arena han habido casos de un veneno misterioso. Ella quiere que vaya a investigar directamente, pues las víctimas que ha recibido en el Hospital de la Aldea no traen consigo información suficiente para crear un antidoto. Es muy raro... todo esto.-me llevo dos dedos a los labios. No podía entender por qué me pedía a mí eso. Me siento halagada, pero al mismo tiempo confusa. ¿Para esto he estado entrenando? Sé reunir información como cualquier otro chūnin, ¿Será suficiente?. Y luego está Sasori, él apenas quiere aceptar algo de mí, ¿acaso podrán sobrellevar mi ausencia las enfermeras?
Ah, ¿qué debo hacer?.

-Sakura, ¿cuándo te irás?

Había olvidado a mi madre, que me observa con un traste en la mano que estaba secando antes de venir a leer el pergamino. Sonrío y tomo el pergamino para guardarlo en mi mochila.

- Pensaré luego en eso, ¡me voy, mamá!

-Espera, Sakura, ¡tu obentou!

- Está bien, Mamá, volveré temprano a casa. ¡Nos vemos!

Salgo de mi apartamento, bajando las escaleras con la misma emoción de todos los días. Esta vez voy más rápido, tengo que ir al Hospital para acabar mis labores mucho antes de lo habitual e ir a ver a Tsunade-sama.
Tengo un plan, pero no sé si vaya a funcionar.

Entro con paso firme al Hospital, durante el camino desde mi casa, creo que es mi oportunidad para demostrar todo mi entrenamiento en una misión real. No sé qué cosas encontraré, pero sé que serán difíciles. Aunque no imposibles para mí. Saludo a Shizune-san y a las enfermeras mientras tomo la bata y me la pongo.
Tomo mis materiales para ir a revisar a mi paciente y llevo conmigo la papelería indicada.
Camino hasta el cuarto de Sasori, una sensación de inquietud me revuelve el estómago.
Toco la puerta dos veces antes de entrar. Me adentro, y encuentro la figura de pie.
Sasori está de pie, mirando la ventana.
Por poco lo olvido, hoy comienza el otoño. Y vaya que es un otoño hermoso.
El amanecer se ve radiante. Tras las montañas hay un color rojizo, con matices rosados. Sasori no parece prestarme atención -lo cual no es algo nuevo-, tiene la vista clavada. No me atrevo a interrumpirlo, se ve... cómodo, en un aura que sólo él entiende.
Intento entrar por completo sin hacer mucho ruido, y cuando me decido a contemplar junto con él, su voz se hace sonar.

Rojo Escarlata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora