Sakura

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Definitivamente, no estaba equivocada.

Eran las 4 AM cuando oyó los gritos. Las personas corrían de un lado a otro. Salió en piyama, intentando encontrar el núcleo del caos. Corrió hasta las afueras de la pequeña aldea, donde un grupo de personas estaban reunidos. Entre ellos, se encontraba el cuerpo de un joven, un chico de al menos 12 años. Había sido reportado como desaparecido hace unos días. No esperaba que le hallaran de esa forma.

-Soy Ninja médico-dijo, instantáneamente le abrieron el paso. Se acercó, hasta ponersee en cuclillas. Puso dos dedos en el cuello. No encontró pulso-. Está muerto.

Esa declaración hizo estallar un par de maldiciones, gente molesta, asustada, pero sobre todo, confundida.

-¿Por qué sucede esto? ¿Qué pasará con nosotros...? -decía una mujer, llorando por lo bajo, y un hombre la consolaba.
Se puso de pie, tomando el cuerpo del joven en sus brazos. Con un nudo en la garganta, pidió que alguien avisara a su familia, y se retiró a la pequeña clínica, la aldea, no era lo suficientemente grande para tener un hospital, apenas, existía un laboratorio, ya que los aldeanos le daban mayor importancia a los remedios y a la herbolaria. Así que el único lugar donde podía revisarlo, era un cuarto pequeño con cosas básicas. Como vendas, alcohol, una camilla, una lámpara y un par de pinzas. Lo demás, iba por cuenta propia. También contaban con un médico de turno, un aprendiz. Cuando ella llegó, él se encontraba dormitando. Hizo un poco de ruido, para despertarlo. Y él saltó de sorpresa, disculpándose.
Puso sobre la camilla el cuerpo inerte. Lo cubrió pero no del todo, necesitaba revisarlo. Identificar cómo había muerto.

La noche entera, se fue en ello. Horas y horas, exhausta. No fue hasta la mañana, en que los demás médicos, llegaron. Entre ellos, el líder de la aldea. Se levantó, pero ellos pudieron notar su cansancio. Todos dentro, junto al cadáver de Hotaro.

-Díganos, Haruno-san, ¿encontró algo nuevo? ¿Alguna pista?

Sakura negó, mordiéndose el interior de la mejilla.

-Es lo mismo que sucedió con aquella niña... El veneno los mató, pero... -la impotencia le quebró la voz-. No sé cómo.

Los médicos se miraron entre ellos. Uno puso la mano en el hombro de Sakura.

-Está bien. No te esfuerces demasiado. -le dijo con una sonrisa.

En cualquier otro momento, a Sakura le hubiera gustado ese tipo de consuelo. Pero no ahí, no frente al cuerpo de un niño, víctima de un veneno que iba acabando con los habitantes poco a poco. Sintió un escalofrío recorrer desde su hombro, donde la tocó. Algo no le iba del todo bien.
Pero asintió. Luego de más palabras. Los médicos se llevaron el cuerpo, envuelto, y la dejaron sola.

-¿Qué clase de persona... Se lo tomaría tan a la ligera? -dijo, dudosa. Pero no hizo caso y fue a su hogar temporal a dormir.
Durmió lo suficiente, pero no demasiado. Tenía que volver al laboratorio.

Sus días, tardes y noches consistían en estudiar todas las hierbas del mundo, sustancias extraídas de la naturaleza. Cualquiera que fuera similar al componente "SA" pero entre más leía, más se alejaba. Las pruebas en el laboratorio tampoco cesaban. Combinando una y otra, tratando de encontrarla. Pero no podía. No lo lograba. Si no podía replicarla, tampoco podía crear un antídoto.

Por la noche, estaba de pie, leyendo los últimos y más recientes apuntes. Sobre composiciones genéticas peculiares.
Plantas que jamás había visto.
Le dolía la cabeza, pero seguiría ahí.

Tomó un trago de café, y se talló los ojos. Un bostezo se le escapó. A decir verdad, no recordaba cuán tarde era, tampoco había comido mucho. Su estómago estaba haciendo de las suyas.
Sabía que sí dejaba el laboratorio, el cansancio le ganaría, y preferiría dormir. Pero no tenía tiempo para eso. El miedo de que más gente muera, le consumía los pensamientos. Negó.
Pero no había nadie cerca, nadie a quien recurrir. Estaba sola. Ahí. A excepción de los guardias, que debían quedarse a vigilar durante toda la noche.

-Takeo... -susurró. Recordó al joven chico, tímido, pero curioso. Ese sentimiento extraño sumado al hambre le revolvieron el estómago y decidió ir a tomar aire afuera. Al menos, ver el cielo, le quitaría algo de tensión. 

Takeo estaba recargado en una barandilla metalica, que rodeaba el laboratorio entero. Tenía los ojos entrecerrados, unas espesas pestañas rozaban sus mejillas. El frío aire removía su cabello revoltoso. Sakura pensó que habría olvidado peinarse o que el viento había estado soplando airadamente durante horas. Pero ni siquiera lo había notado. Se estaba perdiendo de mucho, incluso de él. Alejó el pensamiento y caminó hacia Takeo, guardando su distancia.

—Oye, Take—no pudo terminar la oración. El cuerpo de Takeo se movió a la velocidad de la luz, la rodeó con ambos brazos y la apartó, a dos metros a la derecha de dónde estaba. Sakura contuvo el aliento y abrió mucho los ojos cuando lo vio. Un enorme agujero se abrió en la tierra, un cristal puntiagudo surcó el suelo, abriéndose paso como la raíz de un gigante árbol hecho de diamantes.

—¿Qué fue eso? —dijo, si estaba asustada, no lo mostro. Takeo se alejo cortésmente, sin soltarla del todo.

—El Jutsu de cristal. Parece que alguien cerca lo manipula. Sakura-sama es peligroso que esté fuera. Le sugiero que vuelva al laboratorio, montarė guardia.

—Pero, Takeo, es demasiado peligroso que tú...

Él volvió a interrumpirla, con una mirada de preocupación.

—Usted es la ninja medico más experta. Nuestra única esperanza. No podemos perderla por ningún motivo, por favor, siga mi sugerencia.

La impotencia la invadió, ya que Takeo tenía un punto sostenible. Se mordió el labio, se dió la vuelta y caminó de vuelta al laboratorio.
Definitivamente no era lo que planeaba por "tomar aire". Estaba más tensa. Tenía más dudas que respuestas. Se centró en ordenar sus ideas. Pero, esa noche no logró dormir ni un poco.

Sakura no lo sabia, pero esa sería la última vez que podría haber tenido la oportunidad de dormir.

Al amanecer, Takeo vino a verla, su uniforme pulcro y liso. Con una pequeña bandeja, un café instantáneo y un panecillo de arándanos encima.
Sakura le sonrió, las ojeras comenzaban a notarse debajo de sus ojos. Pero el brillo seguía ahí, una chispa que no podía apagarse con facilidad. Desayunó con la compañía del chico, mientras este relataba sus heroicos sucesos de la noche anterior. Se sorprendió tanto de que el tímido chico que conoció antes era distinto de este. Parecía ser otro. Aún así, disfrutó del gesto sin rechistar, estaba cansada para hacerlo.

—Ya hay equipos de combate buscando en los alrededores y montando guardia. Me esforce—el joven sonrió con suficiencia—. Pero, suficiente del tema. Sakura-sama.

—¿Sí?—Sakura estaba acabándose el panecillo.

—Quiero pedirle un favor. Permítame ayudarle con la investigación. Sé cosas acerca de...—Takeo se agachó y se acercó a su oido, susurrando, Sakuro podía ver sus pecas y contarlas—. Del veneno que está matando a los aldeanos.

Sakura casi se atraganta.

Rojo Escarlata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora