XV. Lo siento.

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Desperté a buena hora, la hora justa para otro día de clases, hice todo lo que debía hacer por las mañanas sin ningúna prisa, no pensé mas en el día anterior y fuí decidida a la puerta de la salida de la casa para encontrarme con Martín.

Él ya se encontraba bien vestido afuera esperándome, mi madre había salido hace unos minutos atrás, caminé hasta el auto y subí, sujetando mi morral en la parte de adelante.

-Qué tal la mañana hoy?

-Hace bastante frío.

-Espero que el día se normalice mas tarde.

-Éso espero yo tambien.

-Hablo también de la escuela.

-Espero que todo sea normal.
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Llegué temprano a la escuela era de las primeras en llegar, el sol aún no salía, Martín me dejó a las afueras de la Universidad y tuve que caminar todo el estacionamiento.

La escuela ya estaba abierta así que entré de prisa por el frío que hacía ése día, fuí al salón del cual era mi primera clase y tomé asiento en la banca pegada a la ventana en la parte de en medio. Por alguna razón extraña me gustaba ese lugar, no solía sentarme hasta atrás por que mi vista me lo impedía, se suponía que debía usar lentes pero los detestaba hacían que me doliera la cabeza y los lentes  de contacto siempre los perdía al momento de colocarmelos.

Era muy mala en muchos aspectos, y también distraída incluso en la escuela no era un cerebrito lo que me hacía tener buenas calificaciones era el hecho de que era dedicada al momento de estudiar.

Decidí recostarme en el pupitre hasta que la mayoría de los alumnos llegarán, en ése momento recordé que había dejado pendiente unas notificaciones en mi celular, así que saqué mi teléfono y revisé los mensajes que en la pantalla de inicio estaban.

Abrí el primero y decía, TEATRO, lo leí y después de entererarme que me necesitaban mas de lo que me imaginaba lo borre.

El siguiente mensaje era un número desconocido, me intrigó el hecho de que no lo tuviese en mi lista de contactos. Lo abrí de inmediato y lo leí.

"Lo siento."

Era la única oración que estaba en aquél mensaje, miré hacía el pisó desviando la mirada de la pantalla del celular pensando que era éste mensaje. Una simple palabra, sin un remitente tan sospechoso y casual.

Volví a leerlo una y otra vez, era para mí? Se habrán equivocado? Y si era para mí, por qué no había puesto quién lo mandaba. Y si era para mí, quién era, y cómo tenía mi número?.

Por un momento pensé en Jordán, pero Jordán tenía su número y sí me lo había enviado de otro número? Era una posibilidad pero también estaba aquélla sospecha de que fuera talves la persona que había amenazado a mí madre y estuviera tratando de espantarme o alvertirme de algo o simplemente molestándome.

Pero, por que pondría lo siento?, ví que la puerta del salón se abrió y entraron algunos chicos, apenas era mi segundo día por lo tanto no hablaba con nadie, ni mucho menos conocía a todos mis compañeros de clases.

Unos minutos después una chica, blanca con pecas en su cara que  se me hizo un tanto linda, caminó entre las bancas y se sentó a lado de mí.

-Hola, eres Hara no es así. - me dijo amable, acomodó su mochila en el respaldo de la banca y se sentó.

-Hola, si soy Hara mucho gusto.

Quién Entiende A Los ChicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora