I: Adiós a la tranquilidad

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Y aquí me encuentro, en otro día más, como cualquiera, levantarme temprano y sentir los rayos del sol en mi rostro, ya que majestuosamente la ventana de mi dormitorio estaba justo por el lugar donde salía el sol, así que todas las mañanas debía soportar el calor del mismo, sobre todo durante el verano, que era enfermizo.

- ¡Hija! Ya levántate, llegaras tarde y hoy no puedo ir a dejarte porque si no, llegaré tarde de nuevo, y ya no me perdonaran-

Escucho los ruidosos gritos que emitía mi madre, dándome a entender que hoy tendré que irme caminando, algo que sinceramente odio, porque, en primer lugar, estamos en un lugar alejado de la ciudad, por el sector de campo, donde el camino es de piedra y muy de vez en cuando pasa un milagro y pasa un vehículo, que si es que es de buen corazón te llevara a la ciudad, o de lo contrario debí haber avisado a un taxi el día anterior, pero como ya es tarde, tendré que irme caminando.

- ¡Lo siento hija, pero ya no puedo esperarte más, será mejor que mañana no te quedes dormida! Adiós-

Dice la mujer que me dio la vida, alguien de esfuerzo, que día a día intenta superar la pérdida de su marido y quien es mi padre, un héroe, alguien que quería lograr la paz en países donde estaba lleno de guerras, de personas falleciendo a cada momento, pero gracias a que él fue un héroe, pude pagar mi carrera, ya que era una enfermera técnica, no da para mucho, pero si para lo suficiente como para vivir bien, no con grandes lujos, pero junto con lo de mi madre podíamos salir adelante con los gastos del lugar.

-Está bien madre, solo vete...-

Pronuncio aun media dormida, con la baba cayendo por las comisuras de mis labios, toda desarmada sobre mi cama, la cual amo con mi vida, realmente mi vida cotidiana era aburrida, no quería despertarme ya por las mañanas.

- ¡Oh mierda! ¡Estoy muerta! -

Doy un fuerte grito al sentir como mi alarma comenzaba a sonar con la canción que más me gustaba de AC/DC, black in black, ah, como me encantaba, era lo mejor, me levanto como alma que lleva el diablo, pero yo y mi desorden me juegan una muy mala pasada, haciendo que caiga de un solo golpe al suelo, golpeando mi cabeza, la cual comenzó a doler inmediatamente.

-Ah, tengo que aprender a ser más ordenada, ahora mismo, si no, no me dejaré cuerpo sano...-

Susurro un tanto enrabiada, intentando zafarme del enredo en el que estaba caída, lamentándome por el dolor que sentían mis piernas, lo cual de seguro me dejara unas marcas notorias, y gracias a dios mi uniforme es completo, si no, no sé qué excusa diría frente a los moretones.

Como puedo corro al baño, sacando mi pijama suave de felpa, que me encantaba, lo amaba, porque era tibio y cálido, dejándolo tirado en el suelo, entrando a la ducho rápido para dejar que el agua tibia recorra de mi cuerpo de manera relajante, mi cuerpo que era blanco como la nieve, lo cual siempre he odiado, diminuto en cierta forma, un poco curvilíneo, lo que me incomoda, ya que los hombres suelen llevar la vista a lugares que no deberían fijarse, soy según cuentan, un poco atractiva, que con mi tés blanca y mis ojos negro azabache me dan un aire exótico, siendo un tanto diferente.

Seco mi cuerpo con la toalla que estaba en la salida de la ducha, envolviéndome en ella, colocando otra en mi cabello, para ver si avanzaba un poco a secar, pero lo dudo, porque parece que todo está en mi contra en estos momentos, saliendo al cuarto donde habían dos amplias ventanas, una cama mediana, unos muebles y mi estante de libros disponible, incluidos los que eran de estudio y los que eran simplemente por gusto, cuando solía perderme en la lectura mirando al espeso bosque que daba en las ventanas, simplemente misterioso pero hermoso.

LuciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora