Lucifer

XII: Una parte descubierta

Sus labios expertos, húmedos y sedosos, esa sensación de libertad, pero a la vez peligro, algo que no debería hacer, algo prohibido, mis ojos completamente cerrados, disfrutando del beso, de esas sensaciones entre nosotros, sintiendo la energía, un gran aura, un aura tanto milagroso como demoniaco...pero no demoro en darme cuenta que no debería estar haciendo esto, ese beso me hizo sentir recuerdos, como si esto ya lo hubiera echo, sus alas, en mi mente pasan unas imágenes, de él mismo, pero con alas, y yo...vestida completamente diferente, de otra manera, con otra ropa, como antigua, ella era...Alexandrine, ella tenía una relación con él, estaban unidos por algo.

Retrocedo con fuerza, esto no estaba nada correcto, me sentía bien en ese momento, pero a la vez un sentimiento de tristeza me inundo, mas que mal este hombre delante mío me quería matar, sacarme el corazón y sacar mi marca de nacimiento, algo asqueroso, a decir verdad, además estaba en la cama con otra, que asco estar cerca de él, más aún sentir un beso de él, es una asquerosidad horrible.

- ¡Suéltame! ¡Maldito asqueroso! Me vuelves a tocar y te mato...-

Le digo abriendo mis ojos, notando como su brazo, aquella marca, esa marca que había visto desde el primer día en aquel bosque, donde toda mi desgracia comenzó, donde mi mundo se derrumbo por completo, la luz aun se veía, aun había un poco de luz de día, no era de noche, pero no demoraría en estar completamente negro, las ventanas traslucidas eran agradables, pero odiaba esta compañía en particular.

Trago profundo, ya que estoy frente a alguien que no se lo que es, pero aquella marca no dejaba de llamar mi atención, mas aun al notar que la mía comenzaba a doler, algo totalmente inédito para mí, sí me había dolido una vez, pero no de esta manera, lo soporto, sé que es un dolor soportable y no moriré por eso, pero debo estar segura de todo lo que aquí ocurre.

- ¿Por qué mi marca se enciende como la tuya? ¿Qué tenemos que ver nosotros? -

Muchas preguntas pocas respuestas, no le sacaré ni una sola palabra ni nada. Noto que aun estaba desnudo, por lo que desvió mi mirada, evitando mirar su torso bien formado y fornido, para tomar una sabana que estaba en aquel lugar, tirándosela encima, para que este se cubriera, pero solo la tira al suelo, claro de seguro esto no iba a funcionar.

-Veo que esta vez mi padre se esforzó en hacerte más fuerte, ya que la ultima vez fuiste bastante débil y moriste con un ataque de lo más humano posible...aunque pensándolo bien...-

Cuando se queda callado la intención de sacarlé las palabras a golpes no me faltaban, pero debía controlarme por que no sabía de lo que él podía ser capaz, no lo conozco, solo lo he visto un par de veces y ya destruyó mi vida.

-Destruiste mi vida, me arruinaste por completo, ¿Y todavía no tienes las agallas para enfrentarme y decirme que tenemos que ver nosotros? Siento que te conozco, pero nada más, siento haber estado contigo...los besos, pero no recuerdo, no se quien eres...dime tu nombre... ¡DIME TU NOMBRE! -

Grito lo ultimo con fuerza, con tanta fuerza que un haz de luz sagrada sale de mi cuerpo, desde el centro de mi corazón, dando justo en uno de los libros de la biblioteca, cayendo al suelo, como si hubiera habido un fuerte viento, este comienza a ojearse solo, llamando mi atención, un poco asustada, soy un completo misterio, aquel libro comienza a detenerse de apoco, dejando salir luz sagrada de este, giro mi rostro hacia Alessandro y noto como se cubre los ojos, con unas alas, unas alas que yo conocía, esas alas enormes, hermosas, tan hermosas que podría quedarme mirándolas todo el día, pero la situación no daba para esto, no en este momento, por lo que rápidamente, antes de que aquel haz de luz desaparezca, me acerco al libro, notando una marca grande en las hojas viejas, pero de finísima calidad, podría jurar que es hasta tela de seda, aquella marca era la misma del brazo del contrario, acercándome todo lo que puedo a lo permitido, leyendo las palabras que no esperaba escuchar.