Lucifer

XI: Sabor del pecado.

-Gracias-

Agradezco de buena manera a la señora que aun no se presentaba, pero el café caliente que me había servido estaba de lo mejor, era muy bueno en estos momentos, me daba calor, me servía de mucho, ¡Dios! Sentir como ese liquido recorre mi garganta y me da calor después de estar como 30 minutos fuera esperando que me dejaran pasar, por que la mujer no quería.

-Lamento haberte dejado todo el rato afuera, pero debía estar segura de que eras tú y no otra persona-

Asiento a lo que dice ya que, en este mundo, donde todo es real, donde los cuentos son ciertos, es normal dudar, incluso yo dudo de quien soy yo misma, ya que no conozco muy bien quien o que soy con claridad. Dejo la taza finísima, de color blanco con orillas doradas, pero algo me llama la atención, en la manilla por así decirlo, en la oreja de la taza había una marca, una marca rara, con muchos círculos y una recta en el centro.

- ¿Y esto? -

Susurro incomoda ya que hay más de esos símbolos dentro de la habitación en la que nos encontramos, llena de libros con símbolos, podría jurar que algunos son celtas y otros mayas, pero me llama mucho más la atención un pentagrama, a lo que no puedo evitar reír un poco, ¿Acaso era real? ¿Eso es para el bien o para el mal?

-Un pentagrama, un símbolo de protección, nadie puede entrar en esta habitación ni en las habitaciones aledañas, por lo que tu debes solo quedarte en esta habitación y la de al lado, nada más, hay una cama y todo bien adaptado para ti, incluso tienes libros, estos libros deberás estudiarlos si quieres conocer más de ti, ¿Comprendes? -

Ladeo mi cabeza hacia el lado derecho, intentando comprender el que, ¿Un signo de protección?, yo juraba que eso era algo satánico, pero resulta que ahora es un signo de protección, interesante, vuelvo a tomar un poco de café y me levanto de la silla sofá, por así decirlo, tenía la mirada de las dos mujeres contra mí, como entré casi con hipotermia no hemos tenido el placer de conocernos ni mucho menos presentarnos, pero me intriga el hecho de que esta mansión es gigante, me gustaría recorrerla, porque si, porque mi instinto dice que debo confiar en ellas, a pesar de caerme muy mal la chica más joven, debía aceptar que ellas tienen buenas intenciones, si no, ya me hubieran matado, ¿Verdad?.

-Comprendo completamente, pero ¿Por qué no puedo recorrer el resto de la mansión?, quiero decir que es demasiado grande, solo puedo estar en dos habitaciones, y, además, supongo, que ustedes también me entrenaran, ¿Verdad?, una cosita más...me gustaría saber sus nombres, ya que creo que ustedes ya saben el mío, es un poco injusto-

Camino en dirección del símbolo, era negro y grande, era del porte de una pared, y a decir verdad era una sala enorme, tan grande como mi casa completa, amaba leer, pero no sabia lo que me encontraría en ese lugar, toco el símbolo, me da buena espina por así decirlo, pero esto me complica un poco, ya que si esto es de protección deberé aprender bien como se hace, nadie sabe cuándo se podría ocupar, mas en estos momentos en los que estamos.

-Solo debes saber que no puedes recorrer el resto de la habitación, crearemos más símbolos dentro, pero mientras, tú, debes quedarte dentro de estas dos habitaciones, tienes lo suficiente para vivir, te traeremos comida, pero no puedes salir, y tendrás que obedecer, también te entrenaremos, físicamente podría decir que eres fuerte pero mentalmente eres débil y no sabes explotar tus dones, debes aprender a controlarlos y dar su máximo, lamento no presentarme, soy Rebecca y ella...- Señala a la menor a su lado que era un poco mas baja que ella- Es Alena, será tu tutora, por mientras tanto yo me libero de algunos problemas que esta niña creó-

Asiento a sus nombres, eran nombres raros y muy poco comunes, pero ya no hay nada común en mi mundo, mi ropa, gracias a ella, ya estaba seca y es mucho más cómodo, no quería resfriarme, no quiero ser débil, nada de debilidad, quiero ser fuerte y poder salir adelante de todo esto.