Capítulo 4

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Las lagrimas comenzaron a brotar de mis ojos, aún no podía creer lo que estaba viendo, por fin sabía como era mi mamá y cual era su nombre "Anabel". Sigo sin entender porque mi papá no me quiere decir nada de ella, se ve que se amaban demasiado, debe de haber alguna gran razón por la cual él no me quiera hablar sobre ella, pero como sé que no me va a decir nada tendré que llegar al fondo de esto por mi misma.

Me limpié las lágrimas que estaban en mi rostro con mi blusa y dejé la fotografía a un lado seguí buscando en la caja otra cosa que me pudiera servir, pero solo había el sobre vacío de una carta, al reverso de esta estaban escritas dos direcciones pero no les tomé importancia.

Puse todos los cassettes de nuevo en la caja y me subí con esta hacia la sala, gracias al cielo que teníamos una videocasetera y aunque ya no la usaramos todavía servía. 

Aún tenía en ía en la mano la foto de mis padres que había encontrado en el sótano, me quedé mirándola fijamente, observaba las facciones de mi madre, tan delicadas y bellas, como me hubiera gustado haberla podido conocer, contarle mis cosas como cuando di mi primer beso, o hablarle acerca de Luke, que ella hubiera estado ahí apoyando cuando estuviera triste y decirme lo mucho que me amaba, pero simplemente no era así, ella ya no estaba. 

Mis ojos comenzaron a humedecerse, así que decidí dejar de pensar en ella, coloqué la foto en una mesita que estaba a lado del sofá y puse a reproducir el cassette más viejo. En este aparecían mi mamá y mi papá en un hermoso jandín.

- ¿Para qué es esa cámara, amor? - preguntó mi mamá fijándose en la lente.

- Es para nunca olvidar ni un pequeño detalle sobre nosotros, para que cuando estemos enojados lo veamos y nos contentemos porque no hay razón para estar de ese modo y cuando tengamos hijos les mostremos lo mucho que nos amabamos, aunque claro los íntimos me los quedaré yo - dijo mi papá soltando una carcajada, mi mamá le pegó en el brazo y rodó los ojos.

La mayoría de los cassettes eran de días comúnes y corrientes, pero aunque ya llevara dos horas mirándolos sentía que estaba más conectada a mi mamá.

- ¿A dónde vamos? - preguntó confundida.

- A un lugar maravilloso que sé que te va a encantar y quedarás enamorada - dijo mi padre dándole un pequeño beso en los labios.

- Pero no más que de ti.

Llegaron a un campo lleno de girasoles, la vista era espectacular, sin duda un lugar único. Mi papá la guió hacia un árbol que estaba cerca de una laguna, debajo de este estaban un mantel extendido y una botella de vino con dos copas a su lado. Mientras mi madre observaba maravillada aquél lugar, mi padre dejó a un lado la cámara en una posición donde se pudieran ver los dos, se arrodilló y abrió una cajita que tenía en las manos, pronunciándo así las palabras que toda mujer anhela escuchar:

- ¿Te casarías conmigo? - mi madre volteó a verlo y se aventó hacia él abrazándolo.

- ¡Si!, claro que me quiero casar contigo.

Una lágrima bajó por mi mejilla. Se veía que ella era muy cariñosa y tierna, una persona que no se olvida facilmente gracias a su hermosa sonrisa.

Continué mirando los cassettes, estaba el de su boda, cuando mi mamá le dijo que estaba embarazada, entre otros, pero hubo uno que me llamó la antención.

Mi mamá estaba sentada en el regazo de mi papá mientras acariciaba su pancita de ya varios meses.

- ¿Cómo le quieres poner a nuestra bebita? - preguntó mi papá mientras le daba un beso en la mejilla.

Mi madre se quedó pensando por unos segundos, luego volteó a ver a la cámara y esbozó una tierna sonrisa.

- Kiara -.

Nunca me olvidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora