Londres, 21 de Diciembre
-Lo siento, pequeña. -Martin acarició el cabello de su hija que lo miraba con los ojos empañados de lágrimas. -Tenemos que ir, esa transacción es importante y hemos sido invitados, no podemos decir que no.
-Pero ve tú solo, papá. Deja que mamá se quede conmigo ¿Qué haré en navidad sola?
-No puedo ir solo, el señor Tramell es muy tradicional y el matrimonio tiene un valor importante para él, es como la proyección de una sociedad.
- ¡Entonces llévame!
-Pequeña... -Martin le quitó las lágrimas de los ojos y Anna le apartó la mano bruscamente. -Te aburrirás estando todo el día en un cuarto de hotel por diez días. La invitación de la fiesta es para dos personas nada más.
-Deja de buscar excusas.
-Pequeña... -Anna se encogió de hombros y le dio la espalda.
-Di "no te quiero llevar" y ya está.
-Hija... Escucha. Puedo llevarte a casa de la abuela y...
- ¡Cállate!
Anna subió las escaleras corriendo hasta su habitación y se encerró. Se escurrió contra la madera mientras sollozaba fuertemente. El año pasado había sido la misma historia. Su padre veía las fechas que eran especiales para estar en familia como oportunidades para hacer negocios. Siempre la dejaban de lado y a su madre muy poco le importaba, con tal de que tuvieran dinero suficiente para sus retoques faciales.
Se sentía completamente sola y deseó tener una verdadera familia. No tenía hermanos y su abuela estaba tan senil que la reconocía por cortos intervalos y los otros se comportaba de manera agresiva. No iba a aguantar eso.
Las demás chicas del internado siempre hablaban de lo bien que lo pasaban en esas fechas y contaban los días para que llegaran. Anna también lo hacía con la esperanza de sentarse frente a la chimenea y cantar villancicos con sus padres, destapar los regalos o recibir el año nuevo en familia.
Claramente que los regalos no le hacían falta. No podía quejarse de que tenía montones de ropa para esas fechas y algunas joyas, pero ella había perdido el interés por esas cosas y si pudiera, era capaz de canjearlas por tiempo de calidad con una familia que le diera amor y no solo cosas materiales. Las cosas se dañaban, se rompían o simplemente se hacían viejas. En cambio los recuerdos permanecían y era una buena manera de aferrarse a la felicidad que ella carecía.
Quería una madre y un padre que la vieran como su prioridad. Quería que dejaran al lado la ambición, se ocuparan de su hija y la dejaran de tratar peor que una mascota. No entendía por qué habían querido tener un hijo si no le iban a dedicar tiempo... Si le iban a ofrecer una vida aislada en una jaula de oro.
Apesta sentirse tan solo mientras el resto están teniendo tiempo en familia.
-Ya sabes cómo son los chicos... Nunca están conformes, Martin. Ella tiene que entender que todo lo hacemos es para que esté bien. -Anna escuchó como su madre hablaba a baja voz en el pasillo. -No siempre podrá tener todo lo que quiere.
-Está fuera de control.
-Déjala. Se le pasará cuando abra los regalos.
-Eso espero. Esa niña me va a matar. -Anna puso los ojos en blanco.
-Está en una etapa difícil. De seguro que estará bien con tu madre. Entre las dos se harán compañía.
-Avísale tú que arme la maleta. Le iré a averiguar ya mismo un tiquete de tren para Cardiff.

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Derritiendo la nieve (Forbidden I)
RomanceSus padres están en New York durante las fiestas, y Anna tendrá que quedarse en Londres. Su mejor amiga Barbara le invita a estar con su familia en su casa de campo... Pero ni la nieve puede derretir el fuego que hay entre la dulce Anna y el atracti...