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Kimberly POV.

Me encontraba en el baño del departamento de Matt, me estaba arreglando para su llegada.

Traia puesto un conjunto de encaje color azul, era muy sexy y provocativo. Mi cabello lo deje suelto y me maquille naturalmente. Me veía totalmente sensual, solo quería que Matt me hiciera suya.

Escuché que la puerta principal se cerró, así que salí del baño. En ese momento entro mi novio.

Su mirada pícara se posó en todo mi cuerpo y sonrió sensualmente.

--Te ves muy hermosa.

Se acerco a mi, y me beso desesperadamente, mi manos viajaron a su cuello y las de Matt por todo mi cuerpo.

Ya me encontraba mojada y caliente, no aguante más y me separé dejándolo totalmente aturdido.

Me quite el sostén y lo aventé por alguna parte de la habitación. Mi miro boquiabierto hasta que le hice una seña de que se desnudara.

Así lo hizo, solo quedando en boxer, me quite mi braguita y me acosté seximente en la cama.

El se subio encima mío sin dejar todo su peso, empezó a besar mi cuello con mucha devoción. Su duro y creciente pene precionaba en mi entrepierna, haciéndome estallar con su toque.

Mis manos viajaron a su cabello y lo apretaron para unir sus labios más a mi, mientras sus manos amasaban sus pechos con dulzura.

--Estos 3 días sin sexo me estaban volviendo loco, amor.--jadeo, presionandose más a mi.--No sabes, como soñaba tu culo y tus tetas.

Gemi contra su boca, satisfecha de que le gustará mi cuerpo, apreté su trasero y moví mis caderas para frotarme contra el.

--Quieres sentir tu pene en mi boca, nene.

Gruño y se puso de rodillas en la cama frente a mi cara, se iba a quitar el boxer pero lo detuve.

--Has roto todas mis bragas, déjame hacerte lo mismo.
--murmure, clavando mis uñas en la tela de su boxer y rompiendolo, provocando que su pene erecto saliera disparado, mojando mi cara con varias gotas de su semen.

--Estas jodidamente excitado, amor.--comente, alzando mi mirada hacia el que no dejaba de mirarme hacia abajo con las pupilas dilatadas.--Voy a follarte con mi boca, quiero que te corras en ella.

Se mordió fuertemente el labio y esa fue mi señal para agarrar su pene desde su base y de un golpe meterla completamente en mi boca.

--Joder, Kimberly.--gruño, llevando sus manos a la cabecera de la cama para sostenerse.

Lubrique su pene por completo, sacándolo y metiéndolo a mi boca. Matt cada vez jadeaba más fuerte provocando que mi clítoris doliera de la excitación.

--Vamos nene, córrete.--le pedí y al poco tiempo empezó a embestir mi boca en busca de alivio.

--Estoy cerca, amor.--aviso, moviendo sus caderas con más ritmo.--Me corro....

Sus fluidos calientes se dispararon en mi boca sin tragarlo. Le mostré que no había quedado nada al sacar mi lengua provocativamente y lamer su abdomen duro.

--Me lo bebí, todo nene cómo niña buena.--le dije, dándole la mirada de inocencia fingida que tanto se me daba.

--Eres mi niña buena.--murmuro, agachándose para besarme.--Y como mi niña se portó bien, le daré un regalo.

--¿Que regalo?

Se puso entre mis piernas y las separo.--Follarte hasta que no puedas caminar.

No fueron ni uno ni dos, los órganos que  las fuertes embestidas  que Matt me produjo, fueron tres. En aquella posición lo sentía tan profundo que realmente estaba perdiendo el sentido, era un dolor tan placentero que por un segundo perdí la razón.

Embistió de forma circular y arritmica en sus caderas, separando mis piernas y besando mis pechos, senos y boca simultáneamente. Entonces, allí fue cuando no pude mas y explote en mi cuarto orgasmo.

--Asi, Kim...... --jadeo él, sin aliento y sudado completamente.--Dame un orgasmo más y llegaremos juntos.

Apreté mis pechos y trace circulos con los dedos sobre estos, mis piernas sudaban en sus paredes interiores y cuando el familiar temblor llegó, supe que me correría, mire a Matt y estaba apretando los ojos, señal de que también estaba cerca.

--Estoy cerca Mat..... --no dije nada más y grite su nombre como 10 veces entre el orgasmo, sus fluidos mezclándose con los mios en mi interior cuando llegó al clímax un segundo después de mi.

--¿Podrás caminar, nena?--pregunto unos minutos después cuando lo considero, ya que no  estaba en  mi total uso de mis  facultades.

Sonreí perezosamente hacia el y escondi mi cabeza en su cuello, dispuesta a quedarme allí para siempre.

--No, como dentro de un año.




Ig Mayores; Adrián Di Monte y Josephine Skriver. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora