Leo.
Había pasado una semana desde que intercambiamos nuestros números de teléfono Lucas y yo; y desde ese tiempo habíamos entablado una fuerte relación de amistad.
Es increíble como puedes llegar a conocer tanto a una persona en tan solo 7 días, y no por lo que te llegase a contar la otra persona, sino más bien lo que descubres en base de sus gustos y acciones. Gracias a esto pude descubrir que Lucas es una persona bastante introvertida, de esas personas que son más de escuchar que de entablar una conversación, que le gusta escuchar música indie y su cantante favorito en Carlos Sadness. Que le encanta leer poesía y que, sin el saberlo, es seguidor de mi blog de poesía.
También le encantan las películas, pero subtituladas, y que es más de estas que de series, ya que según él, no tiene la suficiente "fuerza de voluntad" y que es muy vago para seguir una serie.
Aunque no me ha dicho el porqué de su traslado de España a aquí, Paraguay, solo me contó que era por motivos familiares y poco más.
Hoy habíamos quedado por la tarde para hacer un tour por la ciudad y enseñarle la tienda de música mas cercana, ya que a él no le gusta descargar música.
Mire la hora y me di cuenta de que habían pasado diez minutos de la hora establecida así que le llame. Hasta el quinto pitido no contestó.
— Lucas —el silencio persistía al otro lado de la linea — ¿estas ahí?.
Pasaron unos segundos hasta que por fin contesto.
— No creo que pueda ir, ha ocurrido algo y... —contesto tartamudeando, se le notaba el temor en la voz y fue interrumpido por el sonido de un portazo.
Inmediatamente sentí que se me formaba un nudo en la garganta y el miedo de que algo malo le estuviera pasando me envolvió.
— ¡Lucas, dime donde estas!
Lucas me dijo rápidamente la dirección donde es encontraba y colgó sin decir nada mas.
Empecé a correr hasta el lugar donde en teoría era su casa y me di cuenta que de que no era muy lejos.
Nada mas llegar al edificio que correspondía, este era alto, de cinco plantas y se veía bastante antiguo. Llamé al timbre para que inmediatamente me abrieran la puerta del portal.
Subí las escaleras hasta el tercer piso y cuando iba a tocar el timbre de ésta, alguien salió del apartamento.
Esta era un persona que podría rondar los cincuenta, con el cabello canoso aunque se podría decir que era castaño en un pasado y estaba peinado hacia atrás con gomina, era bastante alto e iba con un traje de raya diplomática que daba la impresión de ser bastante caro; y tenía una mirada verde penetrante que hacía que se me pusiesen los pelos de punta. Este conjunto hizo que me diera la sensación de que fuera una persona seria y recta, el típico hombre de negocios serio que se baña con dinero.
Se me quedo mirando durante un buen rato, examinándose para luego pasar por al lado mio, chocando conmigo y bajo por las escaleras.
Después de ésto empecé a tocar el timbre estrepitosamente hasta que fue interrumpido por la apertura de la puerta. Me di cuenta que el departamento estaba a oscuras ya que la única luz que estaba era la del portal.
Entre cuidadosamente y busqué a Lucas en la estancia oscura hasta que escuche un sollozo detrás de la puerta, la cerré y ahí estaba, echo un ovillo y temblando, con sus brazos envolviendo sus rodillas y escondiendo el rostro en ellas.
— Lucas.
Su cuerpo dejó de temblar y levantó su cabeza dirigiendo un mirada hacia donde estaba, sus ojos estaban hinchados y las lágrimas que caían de ellos surcaban sus mejillas, movía sus manos con nerviosismo y se las llevó al cabello para intentar peinarlo, aunque fuese imposible.
Intentó levantarse apoyándose en la pared y se quedó allí, cruzando sus brazos en el pecho, sin decir aun nada.
Me acerqué con precaución, despacio, sin hacer ningún movimiento brusco por si acaso se asustaba, como si de un animalito herido se tratase. Cuando llegué a estar enfrente de él le abracé, con la misma delicadeza con la que me había acercado. Al principio no reaccionó, supongo que por el shock del momento por el que había pasado, pero unos segundos después, me rodeó con sus brazos y escondió su rostro en mi cuello empezando a llorar de nuevo.
Estuvimos un gran rato así hasta que Lucas rompió el abrazo apartándose de mi, se limpió el rastro que habían dejado sus lágrimas en sus mejillas y caminó hasta la cocina.
Se puso de puntillas par coger un vaso de un armario y luego fue a otro armario para sacar una cajita. Llenó el vaso de agua y luego sacó dos pastillas de la cajita. Yo al ver las pastillas me alerte y entre en la cocina para quitárselas pero Lucas me detuvo.
— Tranquilo, es medicación.
Dicho ésto, se introdujo las pastillas y con un sorbo de agua se las tragó.
— ¿Quieres contarme lo que ha pasado? ¿o quieres que haga algo? ¿o...
Fui interrumpido por una pequeña carcajada de parte de Lucas, luego salió de la cocina cogiendome de la mano. Así recorrimos el departamento, que era bastante antiguo y pequeño, y me di cuenta en ese momento de que había varios objetos tirados en el suelo y hechos añicos.
Sin darme cuenta llegamos a una pequeña habitación la cual contenía una cama individual, una mesa desgastada y una cómoda.
Lucas soltó mi mano para tumbarse en la cama y taparse hasta los hombros, luego me miro y me hizo un ademán para que me acercara.
— Por favor, no te quedes ahí, acuestate —me dirigí a su cama y me acosté en ella — ¿te puedes quedar aquí? —soltó de repente, dejándome atónito — tranquilo, no vendrá el señor trajeado de antes, así que no tienes que temer —empezaba a quedarse dormido y suspuse que el efecto de las pastillas ya estaba empezando — ya mañana te contaré todo, te lo prometo.
Yo asenti y el cerró los ojos.
— Gracias.
Y con esas últimas palabras, su respiración empezó a relajarse y su rostro se quedo mas tranquilo.
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Pues ya estaría.
Se que no tengo perdón ni de dios pero es que mi crisis de escritura persiste.
Perdón por las faltas y espero que os haya gustado.
{Creo que el siguiente capitulo será de Adin, que la tengo olvidada a la pobre.}
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A 10.000 kilometros
Teen FictionLeo, era un chico de lo más normal, tenia todo en esta vida. Hasta que la tragedia topó con su vida. Adin ha vivido toda su vida acomplejada gracias a todos los que le rodean. Un día, gracias a una terapia en grupo se conocen. ¿El problema? Es que...