La Historia de Valeria

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PRÓLOGO.

A la escasa edad de diez años Valeria perdió lo que más amaba en la vida, sus padres, solo podía recordar las últimas palabras de su madre resonando en su cabeza, "Ya venimos hija, recuerda que te amamos de aquí al sol", una lágrima rodó por su mejilla mientras seguidamente un millón más la acompañaron, se puso de rodillas y con ambas manos en sus ojos comenzó a llorar, la noción del tiempo se perdió y supo que estaba en este plano porque alguien la apretaba fuertemente contra su pecho. Era nada más y nada menos que Orestes, su primo, ella levantó la mirada y él con sus dedos le limpiaba las lágrimas que rodaban por su cara, no le decía nada, solo la abrazaba y ella sollozaba.

Al día siguiente vino su abuela Isabel y le informó que se iban a ir de viaje, Valeria sin preguntar para dónde y por cuánto tiempo hizo lo que le asignaron, se cambió y bajó a la sala, abajo estaba toda la familia, los primos, el tío, la esposa de su tío y la servidumbre, todos le desearon un feliz viaje, excepto Orestes que apretaba los labios para no llorar, Valeria lo vió y se despidió con la mano, dejándole solo una pequeña sonrisa, que él no notó.

Dió la media vuelta , cruzó por la puerta y se fué, en el carro iba pensativa, tanto así que se quedó dormida, sua abuela la despertó cuando llegaron al aeropuerto y le dijo con gran emoción "te vienes conmigo a España", no había palabra alguna para describir el descontento que sentía con respecto a la idea, por lo que prefiero callar y fingir una sonrisa. Al llegar a España el chofer había parado frente lo que parecía una iglesia, su abuela bajó del carro y le abrió la puerta, se puso a su nivel y le dijo "Sé que te dije que ibas a estar conmigo, pero por tu propio bien te vas a quedar aquí, es un internado para damas, pero recuerda que yo voy a estar cerca de ti y tu mamá va a estar siempre aquí", le dijo mientras apuntaba hacia el corazón de Valeria.

Una lágrima escapó por su mejilla mientras le daba un fuerte abrazo a su abuela, se limpió la cara con el dorso de su muñeca y entró al internado sin ver atrás, mientras recorría los pasillos de la gran escuela, imágenes de ella y su papá comiendo helada, de su mamá persiguiendola por el jardín y de ambos contándole una historia para ir a dormir, todavía no podía entender porque la habían abandonado, a ella, la luz de sus ojos, su más orgullo, sola y ahora infeliz.

Los años pasaron volando , Valeria creció y poco a poco fue sobrellevando ese hueco sentimental que habían dejado sus padres, su abuela, Rosario de Villahermosa, cada vez que podía la visitaba, pero ahora ella había cumplido diecisiete años y eso solo significaba una cosa, volver, a la casa donde una vez fué felíz. Con gran pesar se despidió del lugar que la vió por crecer por siete años y confrontar un pasado por el cual no estaba segura si podía. Lo único que la mantenía feliz era ver a Orestes, seguro que estaría más guapo que nunca y por su puesto estaría feliz de verla.

Al llegar al aeropuerto se encontró con su tío Carlos Enrique y con su tía Tza Tza, ambos le dieron la bienvenida, pero se quedaron impresionados por que, Valeria había subido mucho de peso, estaba irreconocible, su tío le dijo que se iba a vivir con él y aunque ella se negó a la idea no tuvo más opción porque él le dijo "Valeria, esa es tu casa, allí está tu vida y todos tus recuerdos", con eso no pudo discutir y se montó en el carro, rumbo a esa casa (mansión) que la vio nacer, todo parecía igual a como ella lo había dejado, de la cocina salieron tres mujeres, una de ellas la conocía bien, Señora Carmencita, ¿cómo está?, la señora abrió bien los ojos pero no la reconoció hasta que ella misma dijo: Soy yo, Valeria, al momento de pronunciar estas palabras la Señora sonrió y le dió un fuertísimo abrazo. Seguidamente le presentó a los dos mujeres restantes, una era: Ninfa y la otra Nereida, las señoras de servicio.

Cuatro personas bajaron las escaleras, una la esposa de Carlos Enrique, Afrodita de Villahermosa, los otros eran sus hijos, Samantha, Apolo y Electra, solo faltaba uno, Orestes, su primo favorito, todos quedaron estupefactos al ver el físico de Valeria, y claro, hubo comentarios al respecto, su tío le llevo las maletas a su cuarto (el cual era de su difunta madre)mientras recibía una extraña amenaza de la esposa de su tío " Ni se te ocurra ponerte cómoda, aquí no durarás ni un segundo" , sin entender nada salió al jardín, y mientras rondaba la piscina oyó unos perros, acto seguido vio a un hombre correr hacía ella mientras le decía "SALTA, SALTA" , sin entender nada se quedó inmóvil, claro, ella no sabía nadar, pero no duró mucho, el hombre la empujó y ambos cayeron al agua, desesperada se aferró a él, pero él no paraba de reír. 

Mi Gorda BellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora