Capítulo 6. ¡Buen trabajo!

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Estaban a no más de dos metros de separación. Uno mantenía las piernas cruzadas mientras el otro hacía lo mismo, esta vez con los brazos.

André sentía la mirada clavada en él entre más avanzaba el bote a su destino; no sólo él, claro, Bruno sentía lo mismo cada vez que este optaba por retirarla.
El incómodo silencio era un infierno en este estado. El viaje no era tan largo, pero sentían como si este no tuviese un fin.

Sin embargo, quien pasaba más tiempo en esto y tenía la suerte de poder evadir la mirada sin ser atrapado era nada más y nada menos que Bruno, el "bravucón" según el Inkling menor.
Las palabras del Don no paraban de rebotar en su cabeza. Era un hecho importante el que ya no debía ser tan malo o al menos tratarlo como solía hacer.

No era su culpa. Tener a alguien tan irritante como el moreno siendo parte de su equipo lo hacía explotar; no había otra reacción más eficaz que la de sacar un golpe directo al hocico para callarlo de una vez.

Si tan sólo Don Oso no hubiese dicho nada acerca de él quizá sentiría menos culpa por haber hecho tales cosas.
Ahora, Bruno sudaba frío con tan sólo tener la conciencia llena de pensamientos negativos acerca de su compañero de trabajo.

Este se limitó por ver hacia la orilla del bote, tratando de disfrutar de el bello color naranja que brotaba en el cielo sobre el océano. La brisa provocaba que sus largos mechones traseros salieran disparados de un lado para otro, sin embargo, tratar de ignorar lo que más lo tenía retorciéndose en culpa por dentro.

Lo recuerda muy bien. Demasiado bien.

Desde el rabillo de su ojo, podía notar con facilidad la mirada plasmada sobre él por parte del francotirador. Tal vez importaba, tal vez no, pero verlo ahora así, en su forma original lo deja con mucho que pensar.

¿Cómo estando así pueda pasarle eso? Se ve tan... normal. Lo ve como un Inkling cualquiera.

Cerró los ojos. No estaba cansado, quería reflexionar un poco.

André.

André, tu compañero en el grupo. Ya sabes, el pequeño calamarcillo con el que tanto discutes no es como cualquiera de aquí.

Bruno rodó los ojos, recargándose contra la pared al cruzar sus brazos. Había sido un día largo de trabajo, quería al fin retirarse, pero hablar de la persona que más caos ha traído a su vida en tan sólo 2 días le hacía la cabeza girar en desesperación.

Gruñó, asintiendo ahora poco después de aclarar la garganta para hablar.

Sí, él. Ya como sea, me disculparé supongo... No le pegué tan fuerte ¿sí? Aparte, él se lo buscó, yo sólo me defendía.

No interrumpas.

Quedó en silencio, bufando molesto para dar señal de que el animal podía continuar con el sermón.

En primer lugar, ¿Por qué simplemente no dejaste la pelea a un lado y continuaste con tú trabajo por tú cuenta? André pudo haber sido el único afectado por la sanción, pero tú le seguiste el juego. Además, debemos de admitir que tu por mucho eres más fuerte, sólo mírate, le ganas por dos cabezas. Aprovechar la fuerza para ello sólo trae problemas. Don Oso se escuchaba cansado detrás de la transmisión. Bruno podía jurar lo obvio el que este frotara su frente en frustración. La voz apagada del mafioso era suficiente para dar una idea de la paciencia que le quedaba al pobre viejo. No quiero que sean amigos, y no me importa si lo llegan ser, ¿Pero han pensado a qué los lleva este estúpido comportamiento? Hoy será André, mañana será alguien más y así sucesivamente hasta tener un almacén completo de pillos. Quiero verlos trabajar bien, formar un equipo digno de ser llamado jefes.

Eternos Rivales (Splatoon).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora