Extra: La historia jamás contada [1/2]

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Recorrían los años de 1776, una década antes de la Autoproclamación del tercer estado que dio inicio a la tan proclamada Revolución Francesa, en aquella época, Pierre Sonnerat, un famoso naturalista y explorador Francés, volvía a su ciudad natal a visitar a su primogénita y única hija Madeleine Sonnerat trayendo consigo un "regalo" que estaba seguro su hija apreciaría, un rehén proveniente de la antigua China, un joven buscado por las autoridades quien estaba a punto de ser decapitado en la ciudad por un sinfín de crímenes que el explorador no pudo soportar, pagando una extenuante cantidad de dinero a cambio de su libertad lo que provoco que el mismo joven le debería la vida al hombre.

Junto al delgado joven, llego a la propiedad en la que su hija residía ofreciéndole al joven como obsequio y obligando al mismo a seguir cada orden que la joven le diera, la apariencia del Asiático era impertinente, llevaba un pantalón desgastado, roto y decolorado, con algunas manchas de sangre que intuía pertenecían a heridas internas que por suerte eran cubiertas, su pecho se encontraba lleno de heridas punzantes, rasguños y hasta marcas de latigazos junto a una pequeña cicatriz justo a la altura de su abdomen, sus pies, lastimados, caminaban con dificultad sobre las piedras siendo rasguñados por la tierra y el camino, su cabello negro despeinados y ojos rasgados cafés la miraban expectante, la joven se llevo ambas manos a su boca con sorpresa, hizo su mejor esfuerzo para agradecerle a su progenitor antes de ordenarle a uno de los trabajadores de la casona que llevara al joven a la pequeña mazmorra junto al establo en donde su caballo se hospedaba.

-...Y no lo dejen escapar...- había dicho con una mirada de enojo intuyendo que cualquier descuido de la muchedumbre podría provocar la más mínima escapatoria, despidió a su progenitor "agradecida" y observo como este volvía a su búsqueda del Sur de Asia, rápidamente, corrió hacia las mazmorras en las que el joven se encontraban ignorando por completo el filo de su vestido que comenzaba a mancharse por el barro del lugar, se agacho ligeramente tomando la lámpara de vidrio entre sus manos, y ahí lo vio, observando la pared sin una expresión definida he ignorando completamente la impotente mirada de la joven a su lado, los barrotes de hierro provocaban una gran separación entre ambos jóvenes que parecían recorrer la misma edad, la de cabello oscuro suspiro antes de tomar una bocanada de aire más amplia que la que antes había soltado.

-¿Estas bien?- pregunto con su voz ligeramente cortante, el joven la miro por unos segundos antes de rodar sus ojos con una expresión de completo cansancio en su rostro antes de contestar con una voz cortante y firme un simple "¿Qué piensas?" para simplemente mantener su mirada en la fría pared, la joven suspiro resignada tomando asiento al lado de los barrotes levantando ligeramente la mirada al techo goteante de las frías cuevas de pura piedra sin refinar antes de sonreír débilmente soltanto una ligera risa entre sus labios.

-Eres demasiado frio... ¿Qué delitos cometiste haya en China?- había preguntado con tranquilidad observándolo de reojo, su rostro continuaba imperturbable ante su pregunta provocándole un ligero escalofrió en la espina dorsal, el joven apoyo su cabeza en la pared antes de cerrar sus ojos y dejar sus pensamientos fluir con los recuerdos de aquella acontecimientos que lo habían rodeado en lo profundo de su alma cada día que paso allá.

-No quieres saberlos...una chica como tú no sería capaz de entenderlo- espeto mientras se levantaba de su asiento y caminaba hacia los barrotes comenzando a jugar con el sonido de los mismos, la joven se mantuvo expectante observando sus movimientos antes de levantarse ella también "Bien..." había susurrado a la par en la que se posicionaba en frente del joven con los barrotes como separación principal, miraba seriamente al joven de cabellera negra como el carbón antes de sacar una pequeña llave de uno de los bolsillos de su abrigo, el joven observo sorprendido como ella insertaba la llave en la cerradura con extremo cuidado dándole libertad.

Final Feliz (QDEC 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora