14. Lío

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Estoy metida en un lío enorme.

Sarah no dejaba de mover nerviosamente su pie mientras iba sentada en la parte de atrás del Audi A8 que Hamdan había mandado para recogerla. Ver el rostro amigable de Saeed Hilal cuando salía de su edificio la ayudó a calmar los nervios, pero cuando él miró por sobre su hombro desde el asiento del pasajero para avisarle que ya casi llegaban, la ansiedad subió de nuevo. Sarah le echó un vistazo al conductor, preguntándose si se trataría de un robot o algo por el estilo. Muy apenas asintió cuando ella lo saludó al entrar al auto, no había dicho una sola palabra en todo el trayecto y a pesar de que era de noche y de las ventanas oscuras, el hombre usaba lentes de sol.

Miró hacia abajo a su vestido y alisó con las manos la tela sedosa sobre su regazo. Después de hacerle toda una pasarela a Tom vía Skype, se decidieron por un vestido largo negro que Sarah había comprado en una pequeña boutique que encontró en Cartagena junto a su mamá. Tenía el cuello redondo, mangas cortas y flores de colores bordadas desde el hombro izquierdo hasta la altura de la rodilla derecha. Lo combinó con un delgado cinturón que acentuaba su figura y un clutch en color durazno. Su cabello lo recogió con un peinado flojo de suaves trenzas, dejando algunos mechones sueltos.

Desde la calle principal en el corazón de Nad Al Sheba, el auto tomó una desviación hacia otra calle que habría pasado desapercibida por la mayoría de las personas, debido al denso follaje alrededor de la entrada. El solitario camino estaba flanqueado por jardines perfectamente cuidados y señalamientos que advertían sobre la presencia de cámaras de seguridad y prohibiendo la toma de fotografías.

Sarah se asomó entre los dos asientos de adelante y vio unos inmensos portones altos con puestos de seguridad y guardias armados a ambos lados. El auto casi no se detuvo, debido a que los portones empezaron a abrirse antes de que ellos llegara hasta allí. Una vez adentro, Sarah miró a ambos lados y vio infinitos jardines verdes, cuando de pronto, algo saltó rápidamente y se perdió en la oscuridad antes de que pudiera descifrar de qué se trataba.

"¿Qué fue eso?" Preguntó.

"Probablemente una gacela, señorita." Contestó Saeed.

¿Gacelas? Guau.

"Por favor Saeed, puedes decirme Sarah."

"Esa es una de las cosas que no puedo hacer por usted, señorita."

Sarah negó con la cabeza y su sonrisa se desvaneció cuando el hogar de Hamdan la dejó con la boca abierta. No era lo que esperaba, para nada. La residencia se veía como los hogares tradicionales que había visto en el viejo Dubái muchas veces pero llevado a una escala mucho mayor. Paredes gruesas que le daban a todo el lugar los característicos tonos terrosos del adobe con el que estaban construídas, coronadas por varias torres de viento que seguramente mantenían los interiores frescos a pesar de las altas temperaturas de afuera.

Se detuvieron en la entrada principal y Saeed bajó del auto para abrir la puerta de Sarah.

"Bienvenida." Le dijo sonriente cuando bajó del auto.

Sarah respiró profundo mientras seguía al guardaespaldas quien nuevamente, le abrió puerta principal. Lo primero que Sarah vio al entrar, fue a Hamdan esperando por ella en una kandura blanca y kufiyya del mismo color envuelta alrededor de su cabeza. Estaba de pie en frente a una mesa redonda en medio del vestíbulo, rodeado por escaleras dobles. Sobre la mesa, que bien hubiera podido servir a diez comensales, había un suntuoso arreglo de flores que Sarah pensó era probablemente más alto que ella.

Vio los ojos de Hamdan brillar con deleite cuando se encontraron con los suyos.

"Gracias, Saeed." Dijo él sin quitarle la mirada de encima.

Promise This (Versión Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora