Vertical

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Mikaela se encuentra encima de mi escritorio con las piernas abiertas mientras lame el bolígrafo de forma seductora imitando una exfoliación. 

Seguramente es una imagen agradable para algunas personas, pero no es mi caso. Mikaela es la persona más superficial y melodramática que haya conocido. Juro que si tuviera el poder para despedirlo ya lo habría echo hace mucho tiempo, pero al ser un empleado de mi empleado no soy al 100% su jefe. Por lo cual solo me podré librarme de él cuando tome mi retiro.

Con el saco y la camisa abierta me muestra su pecho y parte de su hombro. Sube su pie a mi entre pierna haciendo movimientos circulares con pequeñas presiones en la punta de mi falo utilizando cada uno de los dedos.

-Mikaela le tengo que recordar que estás en el trabajo, si solo bienes a coger puedes irte .- De manera brusca lo aparto.

En repuesta me mira con una expresión triste y falsa. 

-Vamos jefe.-Salta desde el escritorio llegando a una proximidad peligrosa poniendo todo su peso en mis muslos con las piernas abiertas,   -¿No quiere relajarse? lo noto muy tenso, y yo tengo el mejor remedio para quitar el estrés. - Baja la cabeza hasta mi cuello, Tengo que admitir que es exquisito tener esos labios tan pomposos besándomela en la yugular. Sus dedos hacen un recorrido desde mi pecho hacia abajo, no obstante cuando llega a mi cremallera lo detengo.

-Para.- Agarro su mano escurridiza, apretándola más fuerte de lo debido.- Tal vez no pueda despedirte, pero si puedo pasarte todo el papeleo inservible de la empresa para que lo archives hasta que se te caigan los dedos. -  Se aleja un poco e Intenta soltarse de mi agarre, sin obtener resultados. Un pequeño chillido sale de su boca, supongo porque le sigo apretando la mano con falta de la circulación en la sangre.

-¿Me oíste?- El mocoso asiente y es ahí cuando lo suelto. 

Aun que su cabello no es muy largo en estos momentos sus mechones rubios no me dejan ver su rostro. Pensé que después de la advertencia por fin se largaría de mi oficina, ya sea por miedo o vergüenza, pero para mi desgracia, al llegar al otro extremo del escritorio se da media vuelta  mostrando una sonrisa sin rencor.

-Bueno, será para otra ocasión.-  Dice mientras saca una pequeña libreta de su saco para comenzar a leer lo que yo creo lleva escrito. - El señor Fredison me pidió que le avisara que despidió a los de redacción, así que por consecuencia la entrega se atrasara unos días. También me dijo que no va a venir la próxima semana por el cumpleaños de su hija y que en ese plazo de tiempo me encargaré personalmente de todos sus asuntos.

Es difícil de creer que el chico de hace unos minutos, es esté que tengo enfrente. No entiendo como tiene la capacidad para cambiar de sátiro al empleado del mes. 

-¡Despidió a los de redacción!, ¡¿Con permiso de quien?!.-Mi pregunta es retórica pero como veo que me va a contestar, lo interrumpo.- Y no solo eso, ¡me estás diciendo que se tomara otra semana libre cuando si mal no recuerdo, su hija cumplió años el mes pasado!.

-Yo solo le doy el mensaje.- Guarda la libreta - Eso sería todo mi parte, me retiro- Dice tranquilo y camina a la salida.

Respiro hondo mientras analizo la situación.

-Vea el lado bueno - Menciona a fuera de la puerta- Nos veremos más seguido. 

Me guiña el ojo y finalmente se larga. 

Una palabra que puede describir a el jefe de el lame plumas de hace rato; sería rata. Ese imbécil de Fredison siempre hace lo que se le hinchan las pelotas. No solo es un narcisista de mierda, que constantemente se las arregla para fastidiar el trabajo de los demás y su manía de estarse desapareciendo cada dos semanas nos quita dinero y tiempo. Es la segunda persona a la que quiero despedir y no puedo, en éste caso porque su contrato lo dice y a parte ser el "niño adorado" de una familia adinerada, pero claaaro como ni ellos mismos lo quieren en su propia compañía me lo mandan a mí. En cuanto regrese voy a buscar cualquier medio para despedirlo no me importa cuántas "donaciones" da su familia. La empresa ya a crecido mucho como para necesitar prestamos.

No soy tierno ¡¿y que?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora