Jack había estado sentado en su computadora jugando Solitario. Una luz roja parpadeante en el router indicaba que su conexión de internet se había cortado de nuevo. Eso pasaba casi todas las semanas, y Jack se estaba acostumbrando a ese servicio de internet con cortes. Mientras movía sus cartas, el juego se desvaneció en una pantalla negra y el texto rojo apareció.
«Hola, Jack. Necesito que me hagas un favor. Eres una persona muy especial y sé que me ayudarás. No puedo preguntarle esto a cualquier persona. En serio necesito tu ayuda».
Jack se pausó por un segundo. La luz del router seguía parpadeando en rojo. «¿Es esto un tipo de broma?», no pudo evitar preguntarse.
Varios momentos después, el mensaje continuó: «Sí, Jack, sé que esto es raro para ti. Pero no quiero que te preocupes. Esto es solo un favor pequeño y fácil que necesito. Me aseguraré de darte una recompensa».
Ahora, casi en un ataque de pánico, Jack se inclinó y arrancó el cable de internet completamente desde la pared.
«Sigo aquí, Jack. No quiero desperdiciar más de tu tiempo, así que iré al grano. Mañana, cuando vayas al trabajo, necesito que muevas la planta grande en la maceta cerca del ascensor en el segundo piso. Todo lo que tienes que hacer es alejarla tres pulgadas de la pared. Si lo haces a las 8:17 a.m., nadie más estará en el área».
Jack se sentó ahí, sin responder, tratando de darse cuenta de lo que estaba pasando.
La escritura continuó: «Mira, Jack, te lo estoy pidiendo porque SÉ que lo harás. No me decepcionarás. Eres especial. Hablaremos mañana».
Jack arrancó el cable del equipo y la computadora se puso en negro. «¿Eso realmente pasó?», pensó.
Aún temblando por la experiencia, tomó una ducha larga y caliente y se preparó para la cama, convenciéndose de que tuvo un sueño loco o solo era una broma elaborada. ¿Pero quién le haría ese tipo de broma a él? Realmente no tenía amigos, o enemigos.
Se levantó la mañana siguiente sintiéndose renovado. El trabajo empezaría a las 8:30 a.m., y Jack nunca llegaba tarde. Llegó al estacionamiento a las 8:10 a.m. Normalmente entraría derecho, pero el mensaje le dijo que moviera la planta a las 8:17 a.m. ¿Iba a hacerlo realmente? Por la noche, el miedo de Jack se convirtió en curiosidad. Digamos que, si movía la planta, no estaría haciendo nada malo o ilegal, ¿cierto? En la mente de Jack, el curso más razonable de acción era mover la planta. Lo haría, nada pasaría, y pondría ese loco asunto detrás. Un minuto antes de las 8:17, Jack dejó su auto y caminó hacia el edificio. Entró al vestíbulo al momento exacto en el que tenía que hacerlo. El mensaje tenía razón, nadie estaba alrededor.
«Raro», pensó Jack. El edificio estaba normalmente ocupado en ese momento de la mañana, pero esa calma temporaria ya había sido predicha.
«¡Bien! Vamos a ver qué pasa», susurró Jack para él mismo.
Caminó a la gran planta en la maceta puesta firmemente entre los dos ascensores en el pasillos del edificio de diez pisos. La planta lucía falsa, una decoración a la que la gente pasaba por encima y no se daban cuenta. Era más pesada de lo que Jack pensaba. Le puso más poder a su esfuerzo y empujó la planta tres pulgadas a lo que él estimaba. Se paró y vio la planta, y luego miró al pasillo. Ahora la gente caminaba detrás de él y el pasillo comenzaba a llenarse de nuevo. Nadie se dio cuenta de que la planta estaba en una locación un poco diferente, nada se veía diferente. Jack no subió al ascensor y esperó, esperó que algo... pasara. Pero nada pasó. Finalmente, Jack entró al ascensor y fue hasta su cubículo del séptimo piso a tiempo, como siempre.
Si alguna vez le preguntaras a los compañeros de trabajo de Jack cómo lo describirían, escucharías palabras como educado, callado, respetuoso y competente. Y mientras que esas palabras eran ciertas, daban poca indicación de la verdad; la verdad era que a Jack no le gustaban la mayoría de las personas. No es que le desagradaran, solo que tenía muy poco interés en conocerlos o en ser su amigo, salvo por una. Allie, la chica que se sentaba dos cubículos abajo del suyo, era la única persona de la que quería saber más. Con su gran sonrisa, cabello rubio y figura hermosa, Jack estaba muy interesado en aprender todo sobre ella. A pesar de su falta de suerte con las mujeres en el pasado, en realidad estaba haciendo un buen trabajo tratando de conocerla. Cada mañana, mientras pasaba por su cubículo, se paraba para hablarle. Las charlas duraban un minuto al principio, luego dos, luego varios minutos. Jack estaba sorprendido de que a ella en realidad sí parecía gustarle.
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El adivino de las posibilidades
Gizem / GerilimA veces, seres de otro mundo encuentran formas interesantes para tratar de contactarte. Quizá usen una tabla ouija, o quizá vendrán a ti en un sueño, o a veces hablan a través de otra persona. Cada uno tiene su estilo propio y preferencia que es par...