Sentí cerca de un millón de mariposas revoloteando por mi estómago. Puse mis manos en sus hombros, y él me tomó por la espalda, acercándome más a él. Presionó su lengua contra mis labios y yo abrí la boca levemente, dejando que su lengua entrara y jugara con la mía. Alex se inclinó hacia adelante y quedé tumbada en la cama debajo de él. Con los ojos cerrados, comencé a pensar durante cuánto tiempo había esperado este momento, y ahora estaba haciéndose realidad. ¿Realidad? Por Dios, estaba metiendo sus manos por debajo de mi blusa. Puse mis manos sobre las suyas y las aparté mientras seguía besándome. Mordió mi labio inferior, lo jaló un poco y luego susurró sobre mis labios, mientras ponía su mano en el pliegue de mi camisa.
—¿Puedo?— preguntó, mientras comenzaba a jalarla hacia arriba.
"Arruinaste el momento" pensé mientras suspiraba.
—Alexander, no.
Fruncí el ceño levemente, y traté de sentarme, pero él me besó de nuevo, lo que ocasionó que soltara otro suspiro.
—Princesa, sé mía esta noche, ¿sí? Te lo ruego.
¿Esta noche?
Sí, esta noche.
Ser suya por una noche.
"Despierta, Sophianna, es el chico de tus sueños" decía una parte de mi, mientras la otra pensaba que me sentiría utilizada, teniendo presente que seguiría acostándose con muchas otras personas como si no hubiera pasado nada. Inmediatamente vino a mi mente la imagen de Peter besándolo, con sus manos en su trasero, pero luego miré sus ojos, y al recordar ese algo que me volvía loca, rodeé su cuello con mis brazos y susurré nerviosa sobre sus labios.
—Házlo.
Él sonrió, me besó nuevamente, y puso mis manos por debajo de mi blusa, mientras comenzaba a levantar ésta, bajando sus labios hasta mi estómago, dejando suaves besos en él. Gemí suavemente y levanté los brazos para que terminara de sacar mi blusa, la cual tiró a un lado en el suelo. Mordió mi mentón suavemente, riendo, y desabrochó mi sostén, dejándolo en el suelo junto a la camisa. Debía admitirlo: Estaba nerviosa. El chico comenzó a besar mis pechos, mordiendo mis pezones suavemente. Eché la cabeza hacia atrás, suspiré, cerré los ojos y me mordí el labio.
Después de unos segundos, decidió dejar mis pezones en paz, y se tendió boca arriba en la cama. Me di la vuelta y comencé a besar su cuello, mientras el reía suavemente. Subí mi mirada hasta su rostro, y noté que se sentía bien. O al menos eso dejaba ver su rostro. Él levantó los brazos, tirándolos hacia atrás, y yo tiré de su camisa, quitándosela. Bajé por su cuello hasta llegar a su pecho. Sonreí de lado, y bajé mis húmedos besos hasta llegar a su abdomen, donde puse mis manos sobre su entrepirena. Desabroché su pantalón lentamente, y lo deslicé por sus piernas mientras él me miraba, sonriendo.
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—Joder, ésto duele— dije entre gemidos, aunque en realidad en este momento sentía más placer que dolor.
Él me calló con un beso en los labios, y continuó con sus abrumadoras embestidas.
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Me desperté envuelta en sábanas a un lado de la cama de Alexander. Froté mis ojos suavemente y volteé mi mirada hacia él, que estaba tumbado boca abajo, tapando su trasero con una sábana. Levanté las cejas y observé la sábana tirada en el piso con una mancha de sangre, prueba de mi virginidad perdida hacía unas horas. Puse mis manos en su hombro y me recosté allí, causando que se despertara. Volteó su cabeza hacia mi, y me sonrió aún con los ojos medio cerrados. Se veía tan tierno.
