Hola :) Bueno, aquí está el capítulo cinco. Le quiero dedicar este capítulo a Maisabieber ya que casi me mata por no subirlo :c
Espero que les guste, no olviden votar o comentar, por favor :)
Por cierto, les dejo una linda canción al lado que en mi opinión va muy bien con el capítulo, y sencillamente me encanta. Mi parte favorita es el minuto 4:00 Espero que les guste tanto como a mi.
Mil gracias por leer :D
No era posible.
No podía ser la suplente de la Princesa Aurora.
No esperaba un "Oh, Sophianna, eres la bailarina del año, te suplico que participes en mi producción de La Bella Durmiente, sería un gran honor para mi, todos te amarán" pero estaba segura de que obtendría el protagónico.
Tomé una almohada y la presioné muy fuerte contra mi cara, y grité con todas mis fuerzas, tirándome de espaldas a la cama. Esto no era para nada justo.
Sentí como una lágrima rodaba por mi mejilla, y lancé la almohada contra la pared, furiosa.
Sabía que estaba muy enojada, y tendría que hacer algo para poder calmarme. Cerré los ojos y comencé a respirar lentamente. Me bajé de la cama, y me puse unas pantuflas rosas (ligeramente más claras que mi camisón) y formé un relevé de primera posición. Esto me funciona de maravilla siempre que estoy estresada. Con mis pies em primera posición, bajé del relevé hasta formar un plié, y luego repetí el proceso con la segunda posición, luego la tercera, la cuarta, la quinta, y por último la sexta. Repetí esto un par de veces hasta que estuve completamente calmada. Me senté en el suelo dispuesta a realizar una mariposa, y de repente escuché que mi teléfono estaba vibrando.
Me puse de pie rápidamente y miré la pantalla para saber quien estaba llamándome a las once de la noche.
Alexander Matthews.
Alexander Matthews estaba llamándome en mitad de la noche. Colgué el teléfono y lo tiré nuevamente en la cama, esperando que dejara de llamar. Si no quería hablar con alguien en este momento, ese era él. Aún estaba enojada por lo que me había dicho en el estudio, y profundamente triste.
—Jódete— susurré después de arrojar el teléfono sobre el edredón.
El teléfono vibró otra vez, y de nuevo colgué la llamada sin haber respondido.
Peró vibró otra vez.
Y otra. Y otra. Y otra. Tras cinco intentos de contactarse conmigo, Alexander llamó una última vez y decidí responderle.
—¿Qué quieres?
—Muñeca, en serio me duele que te enojes conmigo.
—Ajá...
—So, lo digo en serio... sé que fui un idiota con lo que te dije esta tarde, pero...
—Alexander, ¿podrías decirme la razón por la que llamaste, por favor?
—Vamos... me mata que me digas Alexander.
—Es tu nombre, ¿no?
Alexander se quedó en silencio durante unos segundos, y luego se aclaró la garganta carraspeando un par de veces.
—Vale, te llamaba para saber si ya revisaste la lista de los personajes. Si no lo has hecho...
—Si, será un honor ser suplente contigo— dije, sarcásticamente.
Como respuesta obtuve unas suaves risas y un carraspeo nuevamente.
—Vale, quería proponerte algo.
—¿Sabes? Hay muchas chicas en el estudio, Alexander. Ya te deshiciste de mi virginidad, ve y quítasela a otra, pero no quiero volver a estar contigo.
Estuve a punto de colgar el teléfono, pero su sugerencia me impidió hacerlo.
—Te interesa saber de lo que estoy hablando.
—¿Y por qué habría de interesarme hablar con alguien como tú?
—Porque te propondré algo con lo que podrás obtener el papel que tanto deseas.
Levanté las cejas, sorprendida, y me quedé en silencio durante unos segundos. ¿Qué rayos quería que hiciera? No podía pagarle a Zvetlana para ser Aurora.
—¿Hola?
—Sí, sí, lo siento. ¿Qué tienes en mente?
Tras escuchar sus palabras, abrí los ojos como platos y dejé caer el teléfono en la cama. Estaba helada, y sentía cada latido de mi corazón. Noté que había olvidado respirar, así que tomé aire rápidamente por la boca, y luego lo solté por la nariz.
—¿Sophianna?
Escuché en una voz muy baja por el altavoz del teléfono. Le dirigí una mirada, y aún con la sorpresa y los nervios recorriendo mis venas, lo tomé con mi mano izquierda y lo acerqué a mi oreja.
—No...
—Espera, Sophianna, escúchame...
En ese momento colgué la llamada y dejé caer el teléfono nuevamente en la cama.
Estaba completamente sorprendida de lo que acababa de oír. Alexander Matthews no era una persona así.
Tomé la almohada nuevamente y presionándola contra mi rostro grité con todas mis fuerzas. Tras unos segundos, comencé a respirar profundamente y bajé de la cama. Puse mis pies en primera posición y realicé mi rutinaria costumbre para relajarme. No podía aceptar su propuesta, ¿o sí?
Es decir, Alexander Matthews había roto mi corazón, y ahora sólo quería usarme a su conveniencia.
¿A su conveniencia? Su propuesta sólo me beneficiaba a mi.
Me senté en la cama, y con mi rostro entre mis manos comencé a pensar en lo que me había dicho.
¿Sería capaz de hacerlo? No, por supuesto que no. Era sólo una presentación, y tenía que respetar la decisión de Zvetlana. Tendría que estar loca para poder aceptarlo.
No podía asesinar a Audrey, ¿o sí?