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Sus padres no podían creer que su hija hubiera vuelto a casa, estaban felices por que ella estuviera allí, desde luego, pero no que hubiera renunciado a su sueño y a la universidad. Había adelgazado muchísimo y tenía sombras oscuras bajo los ojos, ambos se preocuparon pero decidieron que era mejor no preguntar, conocían a su hija lo suficiente como para saber que hablaría cuando estuviera preparada.

El primer día, Elizabeth se encerró en su habitación, se metió bajo las sábanas y no salió hasta el día siguiente, con un ánimo renovado. El olor del mar y el sonido de los pájaros que revoloteaban por el Brighton Pier le hacían bien; le hacían sentir en casa.

Fue aquel día cuando empezó con los paseos matutinos en los que buscaba trabajo, y fue dos días después cuando la llamaron de una cafetería para empezar a trabajar al día siguiente. Sus padres se habían alegrado tanto cuando les había dicho que había encontrado trabajo que por poco consiguió creerles; pero algo en sus ojos le decía que querían que volviera a Londres, que fuera a la universidad.

Ni siquiera recordaba qué carrera quería hacer antes de que pasara todo; solo habían sido unos pocos meses pero había parecido mucho más.

Muchísimo más.

En total había pasado una semana en Brighton hasta que su vida había vuelto a cambiar.

Era sábado y su turno en la cafetería hacía media hora que había terminado, así que estaba caminando hasta su casa cuando empezó a escuchar los murmullos de la gente. Brighton no era pequeño, pero tampoco era Londres; así que los rumores corrían como la espuma.

Frunció el ceño al escuchar el tipo de coche del que se trataba y apresuró el paso hasta llegar a su casa. Le dio un vuelco al corazón cuando lo vio aparcado allí.

Pero no había ni rastro de Zayn.

Subió las escaleras y tras un par de problemas, consiguió hacer girar la llave y con ello abrir la puerta de la casa. No se molestó en cerrarla mientras prácticamente corría hacia la cocina, pues de ahí venía la voz de su madre.

Cuando apareció en el umbral, tres personas la miraban fijamente. Sus padres con los ojos muy abiertos, Zayn con ellos brillantes. Avanzó intentando no desmayarse, o vomitar todo el suelo.

-¿Qué estas haciendo aquí? - preguntó, su voz sonó débil.

-Elizabeth - dijo él, acercándose a ella.

No llevaba su traje negro, ni el pelo echado hacia atrás. Esta vez llevaba vaqueros, un jersey oscuro y el flequillo le caía por la frente. No podía ser más guapo.

Elizabeth retrocedió.

-Fuera de mi casa - dijo, intentando con todas sus fuerzas no ponerse a llorar.

-Elizabeth cielo - escuchó decir a su madre - ¿Qué...

-Por favor, necesito hablar contigo - añadió Zayn, hasta situarse delante de ella y taparle por completo el campo de visión. Esnifó su olor y toda su ira se desató.

-¡VETE DE AQUÍ! - gritó, empujándole con todas sus fuerzas, cuando Zayn siguió allí delante, le pegó en el pecho - ¡LÁRGATE!

Las lágrimas cayeron como cascadas por sus mejillas y sus gritos se ahogaron cuando Zayn la abrazó y enterró la cabeza contra su pecho. No supo cuanto tiempo estuvo así, sollozando contra su cuerpo, deseando pegarle con tanta fuerza y a la vez besarle hasta que le dolieran los labios. Al final terminó devolviéndole el abrazo y solo entonces, Zayn la soltó.

Sus ojos también estaban llorosos cuando volvieron a cruzar sus miradas, y sus ojeras eran parecidas. Además, él también había adelgazado.

Elizabeth quería besarle con todas sus fuerzas, pero ya era demasiado tarde y además, todavía no tenía ni idea de qué narices hacía en Brighton, o de como había averiguado que vivía allí.

STRIP CLUB (Zayn Malik)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora