Capítulo 11: La cita ¿perfecta?

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Candy se había levantado muy temprano y había bajado a desayunar con la que parecía se había autoproclamado su familia, notó, pero obvió las miradas de Terry, quien le sonreía cuando sus ojos se cruzaban con los de ella. Cómo podía actuar como si nada cuando ella se encontraba muy nerviosa y no entendía por completo la razón. Sólo era una cita. Con Terry. Había tenido muchas de ellas. Con tres hombres. Pero ahora era una cita romántica con Terry Granchester.

- Derek – el pequeño miró a su padre – Candy y yo tendremos una cita por la tarde, ¿te parece bien? – el castaño mayor seguía teniendo la sospecha de que su hijo estaba prendado por Candy, aunque no entendía el por qué de pronto con la llegada de Karen, su hijo había disminuido su efusividad para con la rubia y por ello lo comentó antes de la hora en que tendrían que irse, si Derek estaba molesto, le daría tiempo para sopesarlo.

- ¿En serio? – los ojos del pequeño se abrieron con asombro y luego brillaron con algo muy parecido a la felicidad, miró a ambos y luego, de soslayo a Anthony que parecía muy interesado en su waffle, pero sin rastro de molestia ante el anuncio.

- Sí.

- ¡Es fantástico! – el niño dio saltos en su asiento con fervor. Candy y Terry se despidieron para arreglarse para su cita y en una mirada de puro arrepentimiento Terry vio a Karen, ella cuidaría a los niños y quizá le tocaría lidiar con un muy excitado Derek.

/o.O/

Terry se miró al espejo y se acomodó la bufanda verde esmeralda sintiéndose más ridículo que apuesto. Cosa rara en él, si me permiten decirlo, porque salir con Candy era bastante sencillo, lástima que él nunca lo había hecho.

Sonrió para sí mismo, intentando darse confianza y fallando en ello. Por supuesto que habían salido antes con Candy, en tantas ocasiones que ya no podía contarlas con los dedos, pero nunca de esa manera. Solos. Sin Derek y Anthony. Sabía que era diferente porque paso varios días planeando la cita, le hubiese gustado cumplir la promesa que le hiciera en Escocia y llevarla a un día de campo, pero el clima no era el adecuado para sentarte sobre el césped a menos que quisieras congelarte, aunque lo que iban a hacer no distaba mucho de tocar el suelo.

Dio un último vistazo a su reflejo y salió para llamar a la puerta de la habitación de Candy, después de todo, vivir juntos no le impedía ser un caballero.

Respiró profundo y tocó a la puerta de madera que se encontraba frente a él. Sólo le tomó a la dueña de la habitación unos pocos segundos para que le abriera y el nerviosismo se desvaneció. No pudo evitar sonreír cuando un par de ojos verdes le dirigieron una mirada de cálida bienvenida. Candy estaba ataviada en un hermoso abrigo color blanco y la bufanda que resaltaba era de un intenso azul, haciendo juego con la verde de él.

- ¡Te ves hermosa, Candy! – hacía mucho tiempo que la rubia había dejado su cuerpo de quinceañera y frente a él estaba una hermosa mujer de 25 años cuyos rizos caían graciosamente sobre su rostro.

- Gracias, Terry. Tú también. Quiero decir, te ves muy apuesto – respondió con entusiasmo.

- ¿Nos vamos? – ella asintió y él se hizo a un lado para dejarla pasar. Bajaron las escaleras juntos y vieron a sus hijos sentados en la sala de estar.

- Adiós, mamá, Terry – se despidió Anthony levantando la cabeza de su dibujo.

- Adiós, papá, Candy – le imitó el pequeño castaño.

- Nos vemos, Tony, Derek, Karen – les dijo Candy.

Candy colgó del brazo que Terry le ofreció y caminaron de ese modo hacía el auto. Como buen caballero inglés, abrió la puerta para que ella entrara al vehículo.

TIEMPO DE ESPERANZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora