Capítulo 9: Y vivieron fel... juntos

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¡Tan bien que había iniciado el día! Y es que uno no puede no estar feliz al saber que ella, la mujer que siempre había querido para él, estaba bajo su mismo techo. Razón suficiente para presagiar un estupendo día.

Tanto así que Terry decidió hacer sus famosas mantecadas, porque si él era famoso todo lo que hacía también lo era. Y es que, Terry pensaba que si no hubiera escogido la actuación como profesión, posiblemente para ese entonces ya sería chef y tendría un restaurante. Después de todo siempre había sido bueno en cualquier cosa que se propusiera. La escuela, pese a no asistir regularmente, nunca le había dado problemas, la actuación cuya fama le precedía y, si se quería ver arrogante, su hermoso y brillante hijo resultado de su primera vez era otro claro ejemplo. No cabía duda, que cuando hay talento, hay talento...

...

¿En qué estábamos? Cierto, las mantecadas.

Y es que Terry tenía la mala costumbre de cocinar cuando estaba feliz. O triste. O molesto. O hambriento. Vaya, las mantecadas estaban sobrevaloradas.

Anthony, que despertó temprano, le ayudó a mezclar la harina y los huevos, mientras él se concentraba en lo demás. Untando mantequilla por aquí vaciando en moldes por allá y preparando un delicioso relleno de chocolate.

Mientras metía la charola al horno, Derek apareció por la puerta de la cocina.

- Buenos días, papá – dijo, medio adormilado y despertando tan de pronto que pareció que le habían arrojado agua fría en la cabeza - ¿Tony?

- Buenos días, Derek – respondió el aludido, mientras metía la cuchara que Terry había empleado en el relleno de crema de chocolate en su boca, después de todo uno no puede ayudar al chef sin tener el derecho de lamer la cuchara.

- Derek, Candy y Tony van a vivir con nosotros algunas semanas – la cara desconcertada del pequeño castaño se convirtió en todo un poema. ¡Vivirían juntos, como una familia! Después de dar saltos y recibir miradas de soslayo por parte de Anthony, Derek tomó asiento junto a su futuro hermano, quien, en un acto de buena fe, tomo otra cuchara y la metió un poco en la crema de chocolate para dársela al menor.

- Gracias.

- Candy ya se tardó, pensé que ya no sería tan dormilona – miró el reloj de la cocina, pensando en ir a despertarla.

- Mi mamá ya se fue – declaró el hijo de la rubia, ganándose una mirada de sorpresa del dueño de la casa.

- ¿A dónde?

- Hoy tenía turno desde las 6 – y se encogió de hombros.

De modo que así se había terminado su buen día.

/o.O/

Candy se dejó caer a lado de Tyler, platicó con él sobre su situación, mientras el otro escuchaba atento y le preguntaba si necesitaba algo.

- Gracias, Tyler, pero he resuelto mis problemas de alojamiento, al menos hasta que logré contactar con Albert para realizar el trámite del seguro.

Caminaron por el hospital hasta el área de emergencias en silencio, lanzándose miradas. A ratos era Candy quien no podía sostenerle la mirada a Tyler y desviaba la vista, a ratos era el pediatra a quien se le escapaba una sonrisa fuera de lugar.

Después de un rato era obvio que ambos estaban alargando esa compañía más de lo normal, porque cuando llegaron al área donde Candy era la encargada y se aseguraron de que no había ninguna emergencia, caminaron en dirección al consultorio de Tyler.

- Doctora White – dijo él entonces – yo quisiera... - Candy alzó la vista hacía él y se quedaron viendo por varios segundos luego tragó saliva, respiró profundamente y aunque abrió la boca ningún sonido emergió de ella, logrando que Candy soltara una risita.

TIEMPO DE ESPERANZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora