Capítulo 6: Revelaciones

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- Tony, ¿estás listo para partir? – escuchó el grito de su madre desde la sala de estar del departamento. Anthony se sonrió ante el espejo, satisfecho con el resultado de su vestimenta. Candy le había dicho que su padre y madre eran dos personas delicadas para vestir y cuando ponía tanto esmero en su arreglo personal, los sentía junto a él, una pequeña conexión del más allá que tenía con ellos y, aquello le resultaba muy agradable – eres un caballero muy apuesto – sonrió la rubia y él, galantemente, le ofreció su brazo para que salieran juntos.

- ¿Cenaremos solo los cinco? – Candy contó mentalmente, uno, dos, tres, cuatro, ¿cinco? Parándose en seco y casi derrumbando a su hijo en el proceso. ¿Terry tenía esposa? Bueno si tenía un hijo es porque la tenía, o tuvo, no había pensado en ello. ¿Cómo no lo había hecho?

- Supongo – se encogió de hombros, aparentando una tranquilidad que estaba lejos de sentir, claro que le agrado verlo de nuevo, con Derek hasta habían bromeado y luego cuando se reunieron en el teatro, no había sentido forzado el reencuentro, al fin y al cabo, ellos siempre habían sido amigos, en las buenas y en las malas y pensando en eso notó que el hecho de que Terry tuviera esposa no le molestaba ni la perturbaba, quizá por eso no le había dado importancia.

Abordaron un taxi que los llevo solo a siete calles más lejos de donde ellos vivían, aunque se notaba el ligero cambio en las residencias, Candy calificaría su calle de clase media, los departamentos eran acogedores y no muy pequeños, al menos era casi el doble del Magnolia, pero en la calle de Terry había residencias de todos los tamaños y lujos. Se detuvieron frente a una reja verde por la que se veía una casa de dos pisos, pero lo más sorprendente era el enorme jardín lleno de árboles y flores. No era como la mansión de las rosas, pero era sin duda el hogar de una familia acomodada.

Tocaron la campanilla y de inmediato un hombre mayor les abrió.

- Señorita Andley, joven Cornwell, adelante, el señor Granchester los espera.

- Gracias – siguieron al hombre por todo el jardín hasta la puerta de madera y entraron a un salón con pisos de mármol.

- Candy – Terry estaba parado en la escalera, bajo de inmediato para besar la mano de la rubia, quien levantó una ceja ante tal gesto de caballerosidad – y tú debes ser Anthony Cornwell. Tienes los ojos de...

- Mi madre, lo sé – Tony se contuvo de poner los ojos en blancos, ¿es que nadie podía decirle algo diferente?

- Y el carácter del elegante – sonrió retador el caballero mayor y se llevó una mirada de intriga del niño.

- ¿Elegante?

- No hagas caso, Tony, Terry era un majadero.

- ¡Ey! – pero sonrió ante el comentario – como sea, es un placer conocerte Anthony.

- Igualmente, señor Granchester – farfulló Derek.

- Llámame Terry, señor Granchester me hace sentir viejo.

- De acuerdo, Terry.

- Derek bajara en un mo... - el castaño no terminó su frase porque de inmediato otro castaño se lanzó a las piernas de Candy, haciéndola trastabillar.

- Hola, Derek, nos preguntábamos cuándo bajarías.

- Estaba poniéndome guapo para ti, Candy, ¿te gusta cómo me veo? – y el pequeño niño dio una vuelta tan rápido que se estrelló con Anthony que lo miró con los ojos entrecerrados – Hola, Anthony, ¿lo dije bien, papá?

- Muy bien, Derek.

- Yo soy Derek.

- Un placer – le dijo sorprendido, luego viendo como el niño tomaba la mano de Candy para dirigirla al comedor y él hizo lo mismo. Si se había permitido tener celos de Sean por robar la atención de su madre, con Derek no iba a ser diferente. Solo él podía caminar de la mano con Candy.

TIEMPO DE ESPERANZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora