Capítulo 4: Inesperado

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Candy caminó lentamente por el colegio, era viernes, el lunes Anthony había entrado a primer grado, la primer platica del año fue como todas la anteriores, la profesora Usher dio indicaciones, pidió materiales, padres voluntarios, hablo de excursiones, etc. Margaret siempre se hacía cargo de todo y no porque ella fuera una madre ausente, pero su trabajo como doctora en urgencias, dada su especialidad de cirujana general, no le concedía demasiadas oportunidades para asistir a reuniones sin fines específicos, no así a las clases abiertas o de eventos que no se perdía por nada del mundo.

Leman Manhattan Preparatory School, era uno de los mejores y más prestigiosos colegios en Nueva York, podían cursar desde el preescolar hasta la preparatoria. Candy lo había pensado mucho, pero después de cambiar de lugar de trabajo y trasladarse al NewYork-Presbyterian/Lower Manhattan Hospital por un mejor puesto y salario, y hablando sinceramente, también por el hecho de que James le había hecho la vida imposible después de que terminara con la relación. Y la cercanía del hospital con la escuela era considerablemente corta. Aunque la matricula era costosa, su situación financiera era estable y podía cubrirla sin problema.

/o.O/

Derek suspiró cansinamente, en su primera semana en el colegio ya se había metido en problemas al patear a uno de sus compañeros, se había burlado de él por no tener mamá. Pero claro que él tenía una. Su madre, Karen Klaise, era una famosa actriz de Hollywood y sí, no vivía con él y se había casado con un abogado ocho meses atrás, pero al fin y al cabo, era su mamá. Su papá le había explicado, o eso había entendido él, que él y su madre eran amigos y que nunca se casaron porque se querían mucho, pero no del modo en que dos personas que se casan lo hacen, que uno se casaba por amor no por compromiso y su mamá Karen se había casado con tío Benjamín porque lo amaba y a su papá no. Mamá y papá se querían mucho, y él era el resultado de una relación fugaz, pero eso no quería decir que no lo amarán. Ciertamente, Derek Grandchester Klaise era un niño amado y jamás se sintió de otro modo.

Mientras veía a su padre hablar con miss Alden y a otras madres esperando su turno para hablar con la profesora, se preguntó qué se sentiría tener una mamá de tiempo completo, que jugara con él, le contara cuentos, cocinara cosas deliciosas y divertidas, lo cuidara cuando estuviera enfermo y tal vez, más adelante, le diera un hermano o hermana. Su papá no había salido con nadie desde que Derek había nacido. Se había dedicado por completo a él. En su infantil mente de 4 años, Derek hizo una lista de cómo debía ser su nueva mamá, pero era obvio que él tenía que darle un empujón a su papá porque él no se miraba interesado en nadie.

Los gritos emocionados de algunos niños captaron su atención, estaban jugando con una pelota que pateaban a diestra y siniestra, él quería jugar, miró a su padre y pensó que mientras él terminaba de charlar con miss Alden, podía unirse al juego y volver a tiempo.

Esa tarde, la escuela había abierto los accesos que dividían la primaria con el preescolar para facilitar a los padres reunirse con sus parejas e hijos, si es que los tenían en diferentes niveles.

Derek cruzó el umbral.

- Hola – les dijo a los niños.

- Hola – respondió uno sin dejar de jugar.

- Soy Derek.

- Niko – de nuevo respondió el pelirrojo.

- ¿Puedo jugar? – solo hasta ese momento, los tres niños de seis años detuvieron el juego e inspeccionaron al pequeño Derek.

- Sí – le sonrió un chico pecoso de cabello negro y ojos verdes y reanudaron el juego, pateando la pelota con menor fuerza cuando se la pasaban a Derek. Quien solo interactuó con Niko, porque él se había presentado y ya no era un extraño.

TIEMPO DE ESPERANZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora