Cuando el cliché se vuelve tu historia

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Siempre me gustaron las telenovelas mexicanas, hay algo divertido sobre ver el drama que viven los demás. A los personajes les suceden cosas improbables todo el tiempo, o peor, cosas que les ocurre al resto de las personas en el mundo.

Y todo es muy gracioso hasta que te pasa a vos.

Viejos divorciados. Vivir con una madre ojerosa porque la separación la dejó en las ruinas. Ver a tu viejo sólo fin de semana por medio, un almuerzo y un regalo. Que la gente inicie rumores sobre su ruptura. Que tu vieja vuelva a sentirse mejor y empiece a salir con hombres. Que conozca "al indicado". Y luego que se comprometan. Y se casen. Y decidan vivir juntos. Y llevarte con ellos.

Las telenovelas me advirtieron todos estos años, debí estar preparada para el drama. Pero me prometieron un viaje en el verano y una cámara nueva si no hacía complicaciones innecesarias. Y accedí. Tenía tiempo para mis problemas cuando estuviera tomando una cerveza fría en Italia o cualquier otro destino, porque todavía no me había decidido.

Pero en fin, ahí estaba. Con mis valijas en el baúl del auto, viajando más de quinientos kilómetros porque a mi madre no se le antojó ajustar su búsqueda a pretendientes cercanos en Tinder.

Se me ocurrió cambiarme de nombre, o de estilo, o de personalidad. Para agregarle, sí, algo de diversión a lo que sucedería a continuación, pero decidí que era poco prudente y que sólo servía en las películas.

¿Qué iba a hacer yo en una ciudad grande como esa? Sólo conocía una vida en el mar, con caminatas en la madrugada y saludar a desconocidos en la calle. Pero ahora ¿qué habría ahí para mí? Seguramente mucha gente, y ruido, y gris. Y una pareja chapando desenfrenadamente en el sofá de la sala de estar, porque bueno, debe ser emocionante chapar enfrente de tus hijos.

Ah me había olvidado de ese pequeño detalle.

No tan pequeño y no tan detalle.

Iba a tener un hermano ahora, o eso es lo que mi mamá dijo, al menos. Por suerte no uno bebé, porque eso sería puro quilombo y olor a pañal sucio y noches donde debería quedarme en casa a cuidar del pendejo mientras mamá salía con su pareja. Ugh, por suerte un bebé no.

No sé si un hermano mayor es mejor, pero no suena tan terrible.    

The boy next doorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora