Un helado de chocolate más tarde

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Después de lo del miércoles no volvimos a hablar. 

El viernes a la noche prometía ser una de las tantas oportunidades para sufrir por la falta de internet, usar ropa de vagabunda y comer helado mientras veía los episodios repetidos de The big bang theory.

Era la velada perfecta, pero para estar sola. No contaba con que Bruno se aparecería a eso de las once. Me limpié el helado de chocolate de la cara con mi manga y lo saludé con un beso frío (literalmente). 

Olía bien. Y sí, ya sé que debo dejar de oler a la gente. Pero en mi defensa, siempre huele bien.

Me extendió una bolsa de cartón pequeña.- Te traje un regalo.

Sonreí feliz, me encantan los regalos.- Gracias -y lo agarré. Al abrirlo había una cajita color negro.- ¿Ahora te vas a arrodillar?

Puso los ojos en blanco.- Ya quisieras.

Adentro de la cajita había un collar con una medallita de la silueta de un gato.

- ¡Ey! Me encanta -muy entusiasmada- ¿Me la ponés?

- Bueno, que manera interesante de agradecer un regalo.

Esta vez fui yo quien puso los ojos en blanco.

Se sentó a mi lado y me corrió el pelo hacia un costado. Luego de ponerme el collar, me acarició el cuello y los hombros y plantó un beso en mi nuca. 

Me incorporé rápido porque recordé que estaba hecha un desastre.- Me voy a bañar.

- Está bien -contestó a la vez que se echaba contra el respaldo del sofá.

- Sola -le contesté.

Se atajó con las manos, como diciendo No estaba pensando en eso.

Me alejé mirándolo con ojos de quien sospecha.

Cuando volví al living, tenía puesto algo no más sugerente, pero si menos descuidado. Pero en plan casual, para que no se note. Seguimos viendo los episodios repetidos de mi serie favorita mientras compartíamos helado y algunos besos durante las publicidades.

Mamá y Osvaldo llegaron tarde, escuché la puerta de entrada a eso de las dos, cuando yo ya estaba por irme a dormir. En mi cama, claro.

The boy next doorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora