Érase una vez, una aldea que se encontraba en lo más profundo de un bosque, estaba escondida y la vez expuesta entre ramas y verdes hojas de grandes árboles. Allí habitaban todo tipo de animales, desde los más comunes hasta los más exóticos. Aquel lugar era tan maravilloso, que se encontraban unas criaturas conocidas como hadas, estas eran muy parecidas a los humanos, pero a diferencia de que las hadas eran del tamaño de una mano humana y tenían unas lindas alas —como de mariposas— en sus espaldas, las cuales les permitían volar sin limitaciones, además de sus poderes proveniente de la magia.
En la aldea se encontraban miles de dichas curiosas criaturas volando muy felices por los cielos, cada una de ellas con sus respectivos trabajos, que se les asignaba cuando así lo indicaba la poseedora del trono. Luego mientras crecían las hadas mayores les enseñaban a las más jóvenes todo lo respectivo de sus labores para contribuir a la aldea. Ya que era realmente importante, ayudarse unos con otros era su misión en la tierra.
En ese entonces la vida lucía tranquila, rutinaria como siempre, básicamente, todo era normal hasta que un día nació una niña, en medio de la lluvia, cuando salió el arco iris su risa se escuchó dando señales de bienestar y alegría. Una linda y adorable hada que como era de costumbre fue llevada de inmediato al nacer a la sala del Gran Árbol, el cual era el trono de la reina de aquella aldea, siempre lo había sido desde el comienzo de la vida de las hadas, dicho lugar fue su primer hogar. Luego con mucho esfuerzo se construyeron casas hechas a la medida con hojas y barro para los descendientes que nacían, y así poco a poco fue que surgió la aldea que permanece alrededor del árbol.
La reina que ocupaba el Centro Mágico en ese entonces se conocía como Cloe, de piel morena, cabello azabache, con ojos achinados que la hacían lucir tierna y comprensiva, y a pesar de que así era, tenía su carácter y liderazgo. Por ser ella la encargada de los principales deberes, debía de conocer a cada hada por lo que cada vez que nacía un bebé, y era llevado a una sala especial del Gran Árbol, se ocupaba de visitarlos sin importar la gran cantidad de bebés que habían allí, siempre fue responsable.
Ese mismo día en que nació la niña junto a varios más, la reina bajó como de costumbre a ver las nuevas hadas, recorriendo toda la habitación y saludando a cada uno de los sonrientes y sonrojados angelitos en las cunas. Para Cloe fue raro que alguien llamó su atención más de lo normal. Esa niña que había nacido el séptimo día del mes, logró algo inusual, porque cuando se acercó la morena con su Centro Mágico que portaba con mucho orgullo y fortaleza, este brilló resplandeciendo a la joven con corona. Por esa señal, que quizás para algunos era insignificante, pero que ella sabía que era impresionante e importante no pudo quitarle la mirada de encima. El Centro Mágico había traído una pureza en forma de hada, aquella pequeña era especial.
La miró curiosa, sintiendo la energía causada por la bebé y sonrió al ver su nombre grabado en un trozo de hoja seca.
—¿Sabes? —Repentinamente habló en voz baja—. Me recuerdas a mi hermana Clei cuando era así de chiquita —Con solo la mención de su hermana su mente viajó a otro lado—. Por cierto, tengo que hablar con esa princesa, aún no se interesa por los deberes que le corresponden —Suspiró apoyando los antebrazos en el borde de la cuna, que desde hace rato meneaba sin perder la constancia.
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Gema, el hada especial © [Editando]
FantasyElla cambiará todas las reglas. En una aldea mágica donde habitan las hadas, se encuentra un hada especial, Gema, una linda y carismática chica que le encanta hablar, conocer cosas nuevas y ayudar a los demás. Pero, la maravillosa aldea se encontrar...