✓ Capítulo 11

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La reina Cloe cierra los ojos concentrando su magia, escuchando al Centro Mágico en un silbido, junta sus manos cuando una incesante luminosidad aparece en ellas, separa las palmas de sus delicadas manos y transparente como el agua se forma una esfera perfecta que capta la mirada de todos, a pesar de que la habían visto hacer aquello muchas veces, no dejaba de ser impresionante como se iluminaba todo a su alrededor y una brisa fría sacudía sus cuerpos, la presencia de la magia en su más pura forma estaba allí. Entonces el hada de piel morena vuela con cautela hacia donde se encuentra Gema, estaba nerviosa la pequeña niña porque sería el comienzo de sus poderes, finalmente podría hacer algo más... Mágico. Aquella burbuja es pasada a las manos temblorosas de la pelimorada antes de que Cloe se aleje para decir —como era costumbre— en algún idioma desconocido una frase para darle paso a la magia.

—EGAMCEP NATOLS CET LLEPETM TEMYLMET —Sin duda alguna muchos intentaban descifrarlo sin conseguirlo, mientras que un hada de cabellos blancos como las nubes y radiantes lentes anaranjados, sonreía y traducía en su mente entre la multitud.

«El Gran Árbol me concede el poder, nuestros antepasados te otorgarán la sabiduría, confío en ti, la luz estará protegida en tus manos, porque tu eres magia y la magia eres tu.»

La esfera trasparente sin dejar de brillar se eleva con delicadeza de las palmas de Gema, una pequeña explosión hizo salir de la burbuja un intenso destello dejando a todos sin vista de lo que ocurría, con excepción de la niña de cabellos morados que abrió los ojos de par en par al ver un bastón flotar por unos segundos en los aires, luego este bajó para encontrarse con sus blanquecinas manos. Las hadas recuperaron su visión del centro del lugar, la reina estaba sorprendida, guardó silencio al igual que los demás que cruzaban miradas y se encogían de hombros. Un hermoso bastón de madera oscura y pequeñas ramas curvas captó la atención por su brillante perla en la parte superior, en la cual se apreciaban cuatro distintos colores entremezclados; rojo, anaranjado, morado y azul. Sin duda era un bastón encantador, el dilema era que nunca había salido un elemento así, Cloe no conocía su significado porque no estaba registrado en ninguna parte, era la primera vez que lo veía y se notaba en su expresión. ¿Cómo se suponía que enseñaría a Gema a controlar y utilizar sus poderes si no conocía qué tipo de magia tenía? No podía creerlo.

—Hey, ¿Vas a terminar con esto o qué? —Susurra Clei al oído de su hermana que estaba teniendo un debate mental en ese preciso momento.

Se escuchaban murmuraciones que confundían a la pelimorada, por lo que amablemente la reina pidió que se marcharan del salón a sus respectivos hogares. Cloe, la princesa y Gema se fueron a un pequeño balcón en el tercer piso del Gran Árbol.

Mientras la niña sostenía su bastón con mucha felicidad, Cloe recordaba el día que esperaba ansiosa la llegada de los padres de Gema, ya que pensaba que estos estarían felices de saber de su estancia en el Gran Árbol pero, nunca llegaron, y nunca se habló de ellos. Se quedó mirando con una triste sonrisa a la bebé en sus brazos, tan indefensa, aún sin expandir sus alitas. Le hubiese gustado verla junto a su verdadera familia, porque aunque ella la quería como a una hermana más, y estaba segura de que Clei se comportaba de la misma manera, durante este tiempo que han vivido juntas sentía que no podía llenar ese espacio en su vida, quizás porque nadie ha podido ocupar el lugar de sus padres. Pero la pelinegra no dejaría de intentarlo de todas formas, se convertiría en su familia.

—¿Ahora qué piensas hacer? —Clei saca de sus pensamientos a la mayor dándole una taza de agua que anteriormente pidió. La rubia se detuvo a su lado con los brazos cruzados.

—Somos lo único que tiene. Debemos apoyarla —Dice después de dar un sorbo.

—¿Apoyarla? —Suelta una risa sarcástica—. Obsérvala por un rato, no para de moverse. Es obvio que necesita ayuda.

El hada de piel morena toma aire acomodando algunos mechones de su cabello que se salieron de lugar, la brisa acariciaba su rostro, estremeciendo las hojas de muchas plantas que podía ver desde esa altura. La aldea iluminaba hasta el río y el sonido del viento provoca una melodía tranquilizante.

—¿Y qué haremos con ese palo brillante? —Clei dice detenidamente—, no quiero que haga cosas extrañas o empiece a hablar sin parar como la dueña —Se estremece haciendo notar su escalofrío con solo pensarlo.

Antes de responder, la reina suelta una pequeña risa.

—Me lo llevaré para hacerle un encantamiento de unión con uvita, no sé en qué momento lo pueda necesitar y... —Volteándose queda con la vista en su vestido blanco, ella saltaba cantando una canción que por suerte desde allí no se escuchaba muy bien—. También hay que descubrir su significado.

La rubia a pasos cortos retrocede dándole espacio a su hermana mayor.

—¿Por qué no vas tú mejor? —Tose tapándose la boca y se cruza de brazos de nuevo.

Voltea sus ojos cafés y se dirige hacia Gema volando un poco sobre la madera ligera del árbol. Su mirada se detiene en la pequeña gota de felicidad.

—¿Uva? —Dice cuando presiona su hombro derecho. Ahora que apodan a Gema así, se gira en el aire con rapidez.— ¿Qué piensas hacer con eso? —Señala, aún curiosa por el elemento.

—Pues... —Alarga la palabra moviendo sus pupilas que al parecer buscaban respuesta— pensaba, solo lo pensaba, no quiere decir que, bueno, yo quería, solo si se puede, quedármelo, quiero quedármelo ¿Puedo? ¿Por favor? ¿Sí? ¿Por favor?

Y simulando pensarlo, hace un ademán llamando a Clei que observaba desde no muy lejos la escena.

—A ver Gema... ¡Por supuesto que puedes quedártelo! pero luego hablaremos más sobre esto, ¿Bien? Guárdalo y cuídalo —Gema asiente apuntado el bastón con diversión a la rubia, esta se sobresalta de tal acto haciéndolas reír— ¿Ya es hora cenar, no es así?

—¡Oh, sí! Por fin una buena noticia —Cloe la mira confundida, y su hermana menor señala a la más baja al darse cuenta de sus intenciones—. Aleja esa cosa de mí, Gema, te lo advierto.

—¿Por fin una buena noticia? —Indaga, sonriendo un poco.

Esta le lanzó una mirada cansada antes de hablar, como si fuese obvio a lo que se refería.

—No es que no me guste convivir con bastones locos que quién sabe si están defectuosos, pero creo que es mejor ir a comer, de verdad, muero de hambre —Sacude sus manos hacia el cielo en una exagerada expresión.

—¡Yo si estoy muy feliz con mi bastoncito! —Lesaca la lengua a la princesa de esa forma tan infantil como solo ella podíahacerlo, luego camina dando saltitos a la cocina—. Estoy muy feliz, feliz,feliz, como una lombriz, briz, briz —Canta haciendo que la reina se carcajearadebido al mohín en el rostro de su hermana Clei.

Gema, el hada especial © [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora