Me encontraba de pie mirando por la fría ventana de la habitación. Hacía días que las nubes cubrían el cielo y el sol solo aparecía de vez en cuando al encontrar un hueco entre ellas. Aun estando así el paisaje, hacía semanas que no llovía, las malditas columnas de vapor no nos regalaban ni una gota.
Miré para atrás y suspiré. No me gustaba verla así. Agarré su mano con delicadeza y la noté tenue, ni muy caliente ni muy fría. Volví a comprobar todos los aparatos por quinta vez en la mañana y salí a dar un paseo por el pasillo cerrando la puerta a mi paso.
Una grieta en la pared, una mancha de lejía en la cuarta baldosa derecha y un pequeño rasguño en el pasamanos de madera. Me conocía este pasillo como si llevara toda mi vida recorriéndolo, de un lado para otro, como si no existiera ningún otro espacio en el mundo por donde pudiera moverme.
Veía pasar a la gente por mi lado. Un tono gris se reflejaba en su rostro, al fin y al cabo, ¿quién viene a los hospitales por gusto? Estos lugares nos rompen la rutina. Crean una brecha en nuestro día a día obligándonos a jugar a un juego al que no queremos jugar, decidiéndonos entre perder o ganar. Morir o vivir. Que se nos mueran, o morirnos.
Normalmente no me gustaba hablar con nadie en los ratos en los que recorría el pasillo cual fantasma en una mansión embrujada, procurando claro, no alejarme mucho de la habitación que me correspondía. Las conversaciones en estos sitios no son agradables, tampoco tendrían porque serlo. Así que no veo ningún disfrute en intercambiar penurias con un desconocido. Pero esa vez, fue diferente.
Un chico de unos veinte años, pelo oscuro y barba se acercó por el pasillo visiblemente preocupado, buscando con rapidez un número entre los carteles. Consiguió llamar mi atención entre las decenas de personas que poblaban el pasillo, y eso ya era bastante.
Por fin el muchacho pareció encontrar la habitación que tanto había perseguido y entró haciendo girar el pomo de la puerta para después cerrarla a sus espaldas.
Como siempre mi imaginación se puso a buscar mil y una historias para aquel chico de barba cuidada. ¿Tendría algún familiar cercano en aquel frío cubículo?, ¿O acaso algún amigo de la infancia al cual no había podido visitar hasta el día de hoy? Sea cual fuere la respuesta, ese joven no estaba aquí por gusto, como ninguno de nosotros.
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TONO GRIS. (#GAY) (#LGBT)
Roman pour Adolescents"Me encontraba de pie mirando por la fría ventana de la habitación. Hacía días que las nubes cubrían el cielo y el sol solo aparecía de vez en cuando al encontrar un hueco entre ellas. Aun estando así el paisaje, hacía semanas que no llovía, las mal...