Héctor miraba para todos lados tratando de ubicar a la niña que se le acababa de escapar, pero por más que se esforzaba, no lograba localizar a la chiquilla con vestido morado y que tenía un gran parecido a su esposa.
Sin querer su vista se fijó en las puertas de entrada y salida de la Estación Central y alcanzo a ver como una puerta giratoria se movía ligeramente y la falda morada desaparecía ante el movimiento de esta.
Coco había salido de la estación ¿Qué debía hacer?, si salía corriendo detrás de ella, sabía de sobra que después, Imelda le daría una buena madriza por no haber regresado con ella y con el resto de la familia como debía hacerlo, y si regresaba con ellos y les contaba que su tataranieta Coco había llegado a la Tierra de los Muertos y que había escapado... Imelda se le echaría encima y lo mataría por segunda vez por haber dejado que Coco se perdiera.
Héctor suspiro resignado.
-Ya soy hombre muerto de todas formas.
Se ajustó el sombrero de paja y pego carrera rumbo a la salida de la Estación Central en busca de su tataranieta.
Miguel seguía molesto al policía que iba a escoltarlo al departamento de Reuniones familiares dentro de la Estación Central, no era la primera vez que él estaba aquí, podría manejarse por su propia cuenta, pero los esqueletos que hacían fila para regresar a la Tierra de los Vivos habían hecho tanto escándalo cuando él llego al reingreso que se vio obligado a ser escoltado por el esqueleto de traje azul marino.
Mientras lo seguía, observaba extrañado y a la vez preocupado la enorme fila que parecía interminable de familias que querían cruzar el puente desde las puertas de salida y reingreso hasta incluso por dentro de la enorme Estación Central.
En ninguno de los esqueletos se veían las caras alegres y emocionadas que él recordaba por querer cruzar el puente para ver a sus familias vivas, si no miradas de miedo e impotencia.
Cuando ya estaban cerca de la entrada de la Estación Central, escucho una voz femenina que lo llamaba por detrás.
-¿Miguel?
Los ojos del muchacho se llenaron de lágrimas al escuchar esa voz tan querida para él y que había partido hace años atrás, giro sobre si y entonces la vio, saliéndose de la enorme fila de esqueletos.
-¡Mamá Coco!-grito emocionado.
La anciana ya se había salido de la fila desde que lo había visto, y ahora corría con los brazos extendidos hacia su bisnieto, Miguel también corrió y la recibió en sus brazos, la hizo girar por los aires alegre y después la abrazo con fuerza.
Se incoó para estar más a la altura de la anciana, consciente de lo mucho que había crecido los últimos años y porque Mamá Coco no parecía querer soltarlo pronto.
-Te he extrañado muchísimo Mamá Coco-le dijo al oído.
-Y yo a ti, Miguelito, no sabes lo mucho que espero esta fecha para regresar a casa y poder volver a verte a ti y tu familia-hizo una pausa y se separó un poco- pero las últimas veces que hemos ido ya no te he podido encontrar.
Miguel le sonrió con algo de tristeza.
-Me fui a Guadalajara Mamá Coco, a estudiar música para empezar mi carrera, igual que Papá Héctor, ya solo me falta terminar este semestre.
Mamá Coco le sonrió alegre al oír aquello y Miguel sintió un dejo de alivio, al sentir que ella lo había perdonado por su ausencia en las fiestas. Sin dejar de abrazarla vio que el resto de la familia ya entendía porque la emoción de Mamá Coco y se salían alegres de la fila, sin importarles que fueran a perder su lugar.
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Coco 2: Recordando lo olvidado
FanfictionMiguel ha crecido, y se ha mudado a Guadalajara para terminar sus estudios en música y comenzar su carrera como un músico exitoso. Aun así, trata de visitar con frecuencia a su familia en Santa Cecilia, en especial a su hermana Socorro, quien tambié...