Bienvenido a la Tierra de tus ancestros

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Quizá si había manera de despedirse de Elena, se acercó lentamente y tomo con cuidado la hermosa guitarra blanca.

Soco trato de hacer memoria sobre lo que Miguel le había contado sobre lo que había sucedido.

Estaba en una tumba, donde yacía colgada en la pared la guitarra blanca, la tome con cuidado y a mi alrededor había un camino de pétalos de cempasúchil, toque una nota con la guitarra y de alguna manera logre ver la Tierra de los Ancestros.

No había un camino de pétalos en el cuarto, así que ella salió a la calle, tomo un puñado de pétalos que estaban en el suelo con una canasta y regreso a la habitación. Esparció las flores alrededor de ella con cuidado y dejo la canasta en el suelo.

Aún era muy temprano, las seis de la mañana para ser exactos, Miguel había tocado la guitarra en la noche, pero ella pensó que eso no iba a importar demasiado, día o noche, seguía siendo Día de Muertos.

Se puso en cuclillas unos momentos y volvió a tomar la guitarra de Héctor, se sentía bastante tonta, teniendo nueve años y esperando que la magia existiera. Aprieto todos los músculos de su cuerpo al recordar a la persona por la que haría aquella estupidez.

Soco aguardo un momento el aire y después lo dejo escapar un poco más relajada.

-Papá Héctor- susurro ella a la nada- si de verdad ayudaste a mi hermano hace diez años, te pido me ayudes tú ahora.

Soco se mordió el labio inferior mientras se levantaba con la guitarra en sus brazos. Coloco su mano izquierda en el brazo de la guitarra tocando la nota Do. Cerro los ojos y dejo que su mano derecha rasgara las cuerdas con fuerza.

Los pétalos de cempasúchil salieron volando ligeramente. Soco se quedó estática por un momento, tenía mucho miedo de abrir los ojos, aunque no sabía si era porque aquello realmente había funcionado o si solo se trataría de una ilusión destrozada.

Poco a poco abrió los ojos mientras relajaba el cuerpo: ella seguía en la misma habitación. Soco se resistió del tentador deseo de hacer trizas la guitarra como suelen hacerlo los rockeros alocados, solo apretó los labios y dejo la guitarra en el suelo.

Salió de aquella oscura habitación y empezó a caminar por la calle sin darse cuenta que dejaba la puerta abierta.

Miguel sintió los ojos pesados como dos piedras al despertarse, miro el reloj soñoliento, eran las seis treinta de la mañana, ¿alguna vez se había levantado tan temprano? Quizá en alguna ocasión en la que iba a salir de vacaciones con su familia y el tren salía en la madrugada, pero nunca por cuenta propia.

Se incorporó lentamente de la cama después de hacer el vano intento de volver a dormirse otro rato. Miro con tristeza la cama de la chiquilla que se encontraba vacía enfrente de él, necesitaba urgentemente hablar con Coco.

Aunque no sabía exactamente sobre que necesitaba decirle ¿las fotos con el rostro de sufrimiento de Elena? ¿Su capacidad de ver fantasmas el Día de Muertos? ¿Sus pesadillas en días cercanos a este?

De pronto decidió que tenía que contarle que el viaje que había hecho a la Tierra de los Muertos no había sido un cuento inventado solo para ella. Con el reciente fallecimiento de su abuela se dio cuenta que en realidad no tenía el control sobre ese asunto.

Ni siquiera sabía sobre qué asunto estaba tratando de lidiar, y si unas fotos advirtieron sobre la muerte de su abuela; no podía imaginar lo que podría sucederle a Coco como parte esencial de sus pesadillas, ella tenía que estar enterada, tenía que estar alerta.

Coco 2: Recordando lo olvidadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora