Canción de cuna

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La luz entraba cálida por la única ventana de aquella habitación casi desierta, ahí lo único que había era una cama, un crucifijo de madera colgado en una pared y un ropero con cajones. Y la silla de ruedas de la indomable Mamá Coco.

Aunque ya fuera bastante grande, y con frecuencia olvidaba el día o el lugar donde se encontraba, su memoria respecto a sus familiares parecía haber brotado de milagro desde lo más profundo de su cerebro el día que Miguel había llegado a su habitación con la guitarra de su padre y le canto la canción que Héctor le tocaba cada noche cuando era una niña.

No deseaba algo con más intensidad que ver a alguno de sus familiares asomarse a su recamara y sentarse con ella un momento para platicarle lo que habían hecho en el día, aunque no tuviera relevancia, no importaba, también se había emocionado bastante cuando su bisnieta por fin había nacido-pues había temido partir antes de conocer a la bebe- y algún familiar la llevaba con ella un ratito para que la cargara en brazos, ella era feliz al ver crecer a la familia, a su familia.

Comenzaba a atardecer, no tenía reloj, pero ella se alegró porque reconocía ese momento. Cuando el sol asomaba por la puerta de su recamara y se convertía en algo parecido a una larga alfombra de luz en el suelo... era el momento cuando él llegaba.

Coco ojeaba con los dedos temblorosos pero con calma las páginas de una pequeña libreta de cuero, sentada cómodamente en su cama, pues ya no tenía la fuerza suficiente para mantenerse erguida en su silla de ruedas. Una sombra alargada irrumpió en la puerta.

Mamá Coco sonrió "Papá esta en casa" retiro la vista de su cuaderno y miro al frente. En realidad no era su padre, pero ver a su muchacho frente a ella era como tenerlo a él devuelta.

-Hola Mamá Coco.

-¿Cómo estas Miguel?

Como todas las noches, cuando ya era hora de que ella se fuera a dormir, Miguel había tomado la maravillosa costumbre de ir a cantarle una canción-o un ratito si ella suplicaba demasiado- antes de acostarse. Llevaba la guitarra blanca de su padre en la mano. Entro con una cálida sonrisa en la habitación.

Se sentó junto a ella, mirándola a la cara con atención.

-¿Cómo está tu hermanita?-hablo ella con la voz un poco temblorosa- ¿Ya eligieron un nombre para ella?

-Está bien Mamá Coco, sigue ensuciando un montón de pañales- se rio de su propia broma y ella le respondió ampliando su sonrisa- y mis papás aún no se deciden entre Guadalupe o Socorro.

Le giño el ojo, de manera conspirativa. Levanto la hermosa guitarra blanca, listo para tocar.

-¿Cuál quieres escuchar esta noche?

Ella lo pensó un instante.

-Recuérdame.

Miguel asintió con una sonrisa y comenzó a tocar la melodía. Transporto a su bisabuela a otra época y por un instante Coco volvió a convertirse en aquella niña inocente que se sentaba en el borde de su cama mientras volvía a cantar junto con su nieto aquella hermosa melodía.

Cuando la canción termino, ella le sonrió a su nieto agradecida.

-Quiero decirte lo mucho que significa para mí el que estés aquí conmigo. Soy una anciana muy afortunada.

-Yo también soy muy afortunado- le contesto.

-Si Miguel, claro que así es. Tienes una hermosa familia.

Coco 2: Recordando lo olvidadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora