Había pasado casi un mes desde la vez que me escapé. Me sentía realmente culpable por haberle prometido a Harry que volvería, así que hace dos semanas intenté escaparme de nuevo, pero fui pillada saliendo de la Casa por Moody y desde entonces (luego de una reprimenda humillante) habían ordenado más guardia para mí.
Draco me había preguntado si podría visitarlo para su cumpleaños y me emocioné porque irían todos nuestros amigos. No obstante, mi madre le escribió a Cissy para excusarse de mi ausencia tras la explicación de un viaje falso. Mi aislamiento no me preocupaba tanto como el de Harry, aunque por momentos sí sentía que me estaba enloqueciendo. El retrato de abuela Walburga ya se había enterado de que habían invitados no bienvenidos en la casa y gritaba bastante seguido, usualmente agrediendo a Dora por ser hija de una desheredada. Era una suerte que a mi prima no le importara en lo absoluto y prefiriera sentarse conmigo a reírse de sus comentarios en lugar de responderle.
Si bien no tenía permitido escuchar las reuniones de la Orden, recolectaba información uniendo cabos con lo que me contaban mis padres y con lo que escuchaba de las conversaciones que tenían las personas en los corredores. No me aburría muy seguido por eso y porque Alastor estaba de lleno con el estudio de mis poderes y el posible origen de la piedra que me había regalado Cepheus. También porque tenía a mi prima, a Remus, a Buckbeak (quien ahora dormía en la habitación de mi abuela) y, extrañamente, cuando me quedaba sola, a Kreacher.
— ¿Sirrah? —llamó a mi puerta Dora.
— ¿Ya terminó la reunión? —pregunté inocente. Sabía que no era así, los horarios me los había aprendido de memoria para poder espiar a como diera lugar.
— Sabes muy bien que ni siquiera hemos comenzado —apuntó escéptica— . Venía a decirte que hay un pelirrojo preguntándote abajo.
— ¿Un pelirrojo?
— Un hijo de la señora Weasley.
Me levanté de un salto.
— ¡¿Ron está aquí?!
— ¿Que si trajo ron? Qué sé yo, sólo vi un ejército de pelirrojos —se encogió de hombros, haciéndose a un lado para dejarme pasar.
Bajé las escaleras corriendo, mis pasos siendo opacados por la alfombra que cubría el nogal. No tuve que buscar demasiado al llegar al vestíbulo, debido a que mi mejor amigo se hallaba en toda la mitad dando un giro sobre su eje, observando la casa anonadado.
— ¡Ronnie! —grité y, en un segundo, ya me hallaba entre sus brazos— . ¡Merlín, te has puesto más guapo y pecoso! ¡Y sigues creciendo un montón! Y yo aquí, aún pareciéndome más a una elfina que a cualquier otra cosa —exageré. Él rió.
— No es cierto, mira. Ya me llegas más arriba de los hombros —contestó alegre.
— Te estás agachando.
— Bueno, lo intenté... —reímos.
Sonó un estampido.
— ¿Sabes, Sirrah? —habló una voz en mi cuello, sobresaltándome— . Si nos conociéramos desde hace tiempo, me sentiría ofendido por el hecho de que sólo saludaste a Ronald.
Era Fred.
— Menos mal que sólo son cinco años —añadió George con sarcasmo, apareciéndose de repente a mi otro lado.
— Ni siquiera los había visto. Qué reinas del drama —rodé los ojos, acercándome a ellos. Ambos dieron un paso hacia atrás.
— ¡Aún peor! —repuso George, fingiendo dolor.
— No te vimos buscándonos —continuó su gemelo, agitando las manos.
— ¿No se acaban de aparecer?
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Sirrah Black & la Orden del Fénix | SBLAH #5
FanfictionLord Voldemort ha vuelto y Sirrah Black se ve envuelta en un terrible dilema entre su familia, que se ancla al lado oscuro, y su relación secreta, que amenaza con salir a la luz. Sin embargo, pronto se dará cuenta que no sólo son el amor y la lealta...