Capítulo VII: El Ensayo

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— Hoy: ensayo para terminar las coreografías generales de las tres canciones que elegimos para el Baile Sagrado —informó Daphne durante el desayuno abruptamente— . Astoria tiene un par de ideas desde este verano... Deberíamos tomarlas, no sé si se han dado cuenta pero vamos atrasados.

— ¿A qué hora vamos a ensayar? —pregunté.

— Luego de Transformaciones.

— ¡Súper! ¿Qué vamos a hacer? —habló una voz emocionada. Todos nos volvimos a su emisora: Samara— . ¿Qué? —nos lanzó una mirada sarcástica y regresó a su comida.

Le solía molestar que habláramos del tema ya que, por su sangre mestiza, no era invitada. Nosotros le dedicamos una pequeña sonrisa para no hacerla sentir incómoda... excepto Draco, él aún no se sentía del todo cómodo con ella, ni Blaise ni Theodore cuando tocábamos el asunto de forma directa.

Las advertencias en las clases del día no se hicieron esperar, cada una rondeando el mismo tema: los TIMOS. Durante la primera clase, Flitwick se encargó de asustarnos con sus alertas sobre los nuevos y más difíciles encantamientos; luego fue el turno de la profesora Sprout, la cual nos dio un discurso bastante similar. Fue una tortura, especialmente porque Herbología era la clase que menos se me daba bien. Nuestros deberes iban acumulándose rápidamente y las entregas se cruzaban con mis tiempos como prefecta, lo cual aumentaba mi estrés.

Luego del almuerzo, para colmo, me lastimó visualizar a mi primo y sus secuaces reírse a carcajadas de la clase que continuaba: Cuidado de Criaturas Mágicas. Al acercarnos al prado, mis dudas sobre si Hagrid había regresado se disiparon al encontrar a la profesora Grubbly-Plank. Nuestro maestro aún no daba señales de vida y, lo peor de todo, es que a casi nadie parecía importarle.

 — ¿Ya están todos? —gritó la profesora al observar la división entre Slytherin y Gryffindor— . Entonces manos a la obra. ¿Quién puede decirme cómo se llaman estas cosas? —apuntó a un puñado de ramitas encima de una mesa, que enrealidad parecían ser criaturas pequeñas hechas con corteza de árbol. La cara era plana y sus extremidades eran huesudas.

La carcajada de Parkinson se transformó en un chillido al notar la criatura que había saltado a ella.

— ¿Ese animal acaba de sacarle la lengua? —me susurró Margot confundida.

— ¿Ese animal acaba de sacarle la lengua? —me susurró Margot confundida

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— No lo sé, no vi que Parkinson se moviera —contesté.

— Me refiero al otro animal —dijo riendo.

— ¡Hagan el favor de bajar la voz, señoritas! —nos ordenó la maestra Grubbly-Plank con seriedad mientras esparcía un puñado de arroz integral entre las criaturas— . A ver, ¿alguien sabe cómo se llaman estas criaturas? ¿Señorita Granger?

— Bowtruckles —respondió de inmediato— . Son guardianes de árboles; generalmente viven en los que sirven para hacer varitas.

Sirrah Black & la Orden del Fénix | SBLAH #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora