Capítulo XIX: El Patronus

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Cuando Hermione y Harry llegaron de Hogsmeade con dos bolsas enteras de dulces de Honeydukes y mi hidromiel en leche de dragón —San Valentín dijeron por ahí, pero creo que en parte se sentían mal por mí—, me contaron que la gran sorpresa había sido un acuerdo con Rita Skeeter para que entrevistara a Harry sobre el regreso de Dumbledore con pelos y señales. Hermione la había amenazado para que participara y era increíble, porque la historia sería publicada en El Quisquilloso con la ayuda de Luna. Teníamos dudas de si la gente se lo tomaría en serio al verlo en ese periódico, pero situaciones desesperadas requerían medidas desesperadas y sobraba decir que El Profeta no publicaría cosa semejante, así que le encargué una copia por adelantado a la Ravenclaw.

El lunes Ara se peleó con otra lechuza para entregarme el correo apenas entré al Gran Comedor, y tan pronto vi el gigantesco título en letras rojas, salí corriendo hacia la mesa de Gryffindor.

HARRY POTTER HABLA POR FIN:«TODA LA VERDAD SOBRE EL-QUE-NO-DEBE-SER-NOMBRADO Y LA NOCHE QUE LO VI REGRESAR»

— ¡Llegó, llegó, llegó! —exclamé hacia el trío, abriéndome campo entre Ron y Fred. Todos me miraron alarmados—. ¿Qué?

— ¿Bienvenida a Gryffindor? —bromeó George, apuntando un par de miradas curiosas que se dirigían a mí.

— Si algo vengo a comprar un sortilegio —resté importancia y me senté para mirar de frente a Harry—. ¡Toma!

Él me miró extrañado y estiró la mano para tomar mi copia, pero antes de que pudiera hacerlo, tres, cuatro y hasta cinco lechuzas más aterrizaron sobre la mantequilla frente a nosotros, peleándose para entregar un montón de cartas.

— ¿Qué está pasando aquí? —preguntó Ron, observando asombrado las nuevas que aterrizaban chillando, ululando y agitando las alas.

— ¡Es la entrevista con Skeeter! —saqué mi mano de entre la bandada de lechuzas de un solo jalón y les enseñé la portada, donde salía Harry sonriendo tímidamente. La observé enternecida.

— ¿Te gusta? —me preguntó Luna, apareciendo de la nada.

— Y mucho —le guiñé un ojo a mi novio. Él continuaba algo estupefacto, pero alcanzó a sonreír.

— Salió ayer. Supongo que todo esto —Luna señaló las lechuzas que seguían buscando un lugar frente a Harry— son cartas de los lectores.

— Lo que me imaginaba —dijo Hermione con entusiasmo—. Harry, ¿te importa si...?

— Tú misma —repuso él desconcertado.

Ron, Hermione y yo nos apresuramos a abrir sobres.

— Ésta es de un tipo que cree que estás como una cabra —dijo Ron mientras leía la carta que había cogido—. Ah, bueno...

— Esta mujer te recomienda que hagas un tratamiento de hechizos de choque en San Mungo —comentó Hermione decepcionada, y arrugó su carta.

— Pues ésta no está mal —afirmó Harry despacio—. ¡Eh, dice que me cree!

— ¡Genial! Y este te felicita por tu pastel de ¿arándanos? —miré confundida el sobre qué tenía en mi mano derecha—. Creo que se equivocó de dirección.

— Éste está indeciso —terció Fred, tildando su cabeza para leer la carta que tenía en mi mano izquierda—. Dice que... —me arrebató el pergamino— no cree que estés loco, pero que no le hace ninguna gracia pensar que Quien-ustedes-saben ha regresado y por eso ahora no sabe qué pensar. ¡Vaya, qué manera de malgastar el pergamino! —lo arrugó y me lo puso de nuevo en la mano. Se lo tiré en la frente.

Sirrah Black & la Orden del Fénix | SBLAH #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora