6- No me gusta lo suficiente

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Los días que siguieron a las fiestas de Navidad continuaron en completa y absoluta tranquilidad para ambos. Todo seguía igual que antes, y tan solo cambiaron pequeños matices que marcaron la diferencia. Salieron algunas noches, como siempre, pero ahora ignorando a todas las chicas que les rodeaban y escapándose a los baños juntos de vez en cuando. En clase todo seguía normal, solo que a veces se rozaban los dedos por debajo de las mesas y Ryan desviaba un poco su camino para hablar más rato con Jackson, aunque eso supusiera alejarse de Laura, ya que ahora tenía la compañía de Cee cada día al volver de clase. A Ryan dejó de importarle su pelo, y cada día lo llevaba como más le apetecía, y también llegó a llevar dulces caseros a clase, ante los cuales todos se asombraron y nadie le cuestionó por lo que era un simple hobby a sus ojos. Sobre todo él se estaba alejando de las cadenas que le habían retenido siempre. Jackson y Ryan seguían siendo Jackson y Ryan a ojos de todos, pero lo que no sabían era que nunca habían sido tan verdaderos, aunque los cambios a penas podían apreciarse. No les importaba esconderse con tal de seguir así. De hecho, alargaron al máximo ese período. Un mes, dos, tres, incluso cuatro. Como si fuera una relación según ellos "normal", pero oculta. No dejaban de surgir nuevos sentimientos, nuevos deseos, nuevas inquietudes y nuevos miedos. En ningún momento habían decidido salir juntos, pero la confianza ya les venía de antes, y aunque no vieran la necesidad de ponerle nombre a lo que tenían, ninguno de los dos dudaba del otro. Ambos sentían que estaban en su lugar y con la persona correcta, por mucho que hubiera resultado ser alguien de su mismo género.

Por supuesto, las relaciones físicas tardaron un poco en llegar, pero con el tiempo iban queriendo más el uno del otro, y no veían motivos para no cumplir sus deseos. Sus besos eran cada vez más apasionados y sus manos querían explorar, no les importaba que se tratara de un tío en esos momentos de cálidos suspiros y roces constantes. El placer era el mismo, a veces incluso mejor de lo que habían experimentado antes, y su temor a sentir asco por la situación ni siquiera se les pasó por la cabeza entre los gemidos premonitorios del éxtasis. La controversia apareció cuando se decidieron a intentar aquello que sí que no habían probado nunca. El acto sexual entre hombres no tenía muy buena fama para el receptor, y por mucho que intentaran hacer eso de "dejarse llevar", acababan peleados por dar infinitas vueltas en la cama en busca de un dominio constante. Basándose en los estereotipos de Cee y Laura, Jackson argumentaba que Ryan tenía los ojos más grandes y tenía menos iniciativa física, mientras que éste alegaba que Jackson tenía las pestañas más largas y era más bajito y delgado. Como nada de eso tenía sentido, siempre acababan por no hacer nada. Finalmente, como siempre, Ryan acabó cediendo, y se unieron en un muy pasteloso san Valentín lleno de cursilerías por parte sobretodo del mayor. Ninguno de los dos se arrepintió, y no tardaron en repetir. Como siempre, tenían miedo de fantasmas hechos de humo.

Al principio no les importaba esconderse, de hecho lo veían como lo más conveniente, aunque Laura y Cee estaban demasiado calladas, lo que les hizo pensar que en realidad lo sabían todo. Probablemente no querían presionarles, o hacerles pensar en cosas que suelen echar a la gente para atrás, y tan sólo querían que siguieran avanzando tal y como habían hecho hasta el momento. Los planes de Laura, como siempre, salían a la perfección. Era como si fuera ella la que controlaba con facilidad los hilos rojos del destino.

Ahora eran otros asuntos los que le molestaban y eran otras cosas las que querían cambiar. Por parte de Ryan, cada vez estaba más convencido de que quería plantarle cara a su padre y decidir su propio destino lejos de su empresa y cerca de los fogones, pero poco había que hacer si dependía de él económicamente. Pero al destino le gusta abrir puertas de manera inesperada, y fue de esa manera como Jackson entró en su casa agitando eufóricamente un folleto entre las manos. Cuando por fin le dejó leer, Ryan no sabía qué decir. "Concurso local culinario", decía con letras grandes.

No Hay HuevosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora