Capítulo 11:
Domingo 23 de Septiembre.
-¿Guillermo? ¿Estás despierto?- Murmuro una voz grave- Hijo, ya tienes que despertar, se hace tarde.
-Cinco minutos más, anda.
-Tienes que despertar ya, tu madre y yo os llevaremos al pueblo para que veáis a tus tíos y primos.
-Espera un segundo ¿Papá?-Aquella suave voz no pertenecía a Antonio, ni a Samuel, era de Carlos; el padre de Guillermo-¿Qué haces aquí?- Exclamó con alegría.
-¿Cómo que, qué hago aquí Guille? Si yo vivo aquí.
El menor salto de la cama con una sonrisa enorme, y rodeo con sus brazos a su padre, las lágrimas de felicidad comenzaron a brotar de sus ojos.
-Te he extrañado papá, no te haces a la idea de cuanta falta me has hecho todo este tiempo.
-Yo también te extraño Guille, pero tienes que llamar a la ambulancia, estoy perdiendo mucha sangre.
De un momento a otro, ya no estaban en la habitación de Guillermo en Madrid, ahora estaban en medio de una gasolinera en la carretera, el lugar estaba completamente vacío, a excepción de ellos dos. El rostro del menor cambio totalmente, ya no había alegría, sino que sus facciones expresaban terror puro.
-No, papá aguarda, yo te ayudaré, no dejare que mueras, no esta vez, solo espera un segundo, tengo que...
Pero cuando Guillermo posó su mirada en su padre, ya no estaba vivo, había muerto, su rostro había palidecido, sus ojos estaban en blanco, y su abdomen estaba totalmente cubierto de sangre. Un grito desolador salió de la garganta del menor; provocando un eco en aquel lugar, no pudo evitar la muerte de su padre, mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas, comenzó a sentir que le faltaba el aire, y un dolor desgarrador apareció en su pecho, cuando bajo la mirada, se dio cuenta que ahora él era el que tenía clavada una navaja cerca de su corazón, causando que la sangre saliese de su cuerpo, quitándole la vida al igual que a su padre.
Guillermo despertó sudoroso, con lágrimas saliendo de sus ojos. Había sido una aterradora pesadilla, llevaba un año y medio sin soñar con su padre, y precisamente cuando creyó que los malos sueños desaparecerían, volvieron. Comenzó a tocar su pecho para cerciorarse que no había nada atravesándolo. Intento dormir de nuevo, pero por más que se acomodaba de distintas maneras, se cubría con las mantas, o se las quitaba de encima, nada le ayudaba a conciliar el sueño, el menor se mantuvo así durante cuarenta minutos, y cuando comenzó a exasperarse decidió salir de su habitación, revisó el reloj que estaba en el pasillo, eran cerca de las seis de la mañana, cuando poso su mirada en la puerta de su habitación recordó lo real que parecía su padre, por lo que se dispuso a salir de su casa; sin importarle que aún estaba en pijama.
Cuando estuvo afuera sintió como lo llenaba una extraña sensación de paz, a pesar del frío que inundaba la calle, el solo percibía como el aire fresco desvanecía la angustia que reinaba en su cuerpo hace unos segundos, finalmente se sentó en la entrada de su casa y cerró los ojos mientras soltaba un suspiro, su vida fluía de manera de manera tranquila desde que apareció Samuel, y no permitiría que un mal sueño le frustrará lo que tenía.
Pasaron un par de minutos, y el cansancio comenzaba a dominar el cuerpo de Guillermo, se reusaba a volver a su habitación, por lo que dormiría en el sofá. Cuando finalmente se puso de pie e intento abrir la puerta, se dio cuenta que estaba cerrada, además de que había dejado sus llaves dentro.
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"Nuestra historia"
RomansaGuillermo Díaz es un joven de 17 años, con un pasado detrás que no le gusta compartir, siempre ha sido tímido y tiene miedo a romper su rutina y que su vida se salga de control, aunque todo cambia su nuevo vecino, Samuel. Samuel de Luque es un j...