—Prométeme que vas a llamarme siempre, y que en cuanto sea posible vendrás a verme, y que sobre todo, vas a cuidarte y estar totalmente a salvo. —dije con los ojos nublados de lágrimas. Johan me abrazó y lloró en mis brazos.
—Lo prometo pero, tú a cambio, vas a prometer estar a salvo y...jamás olvidarte de mí.
Él me miró con súplica. Él se iría a Francia y yo permanecería aquí, en California. Tenía la esperanza de que este amor fuera lo suficientemente fuerte para aguantar la distancia y soledad, y era mi deseo, pero todo ahora me parecía una ruleta rusa.
—Te lo juro.
Me besó y partió.
Tiempo después, más exactamente un año, dejó de llamarme, y contestaba ocasionalmente mis mensajes y con monosílabos. Supe que lo había perdido.
A veces; en realidad, no es amor.
Créditos por la imagen: @anocheceres Tumblr.
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Micro escritos.
RastgelePequeñas historias, pensamientos recurrentes donde alguno reflejará los tuyos.