Hola! Acá vengo con este one shot con temática fantástica; fue muy divertido escribirlo. Espero les guste tanto como a mi. Se que tengo un par de fics pendientes, pero ya me pondré a ello. Este es un fanfic participante en el reto mensual "Krampusnacht" de la pagina de Facebook:
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Levi tamborileaba los dedos impacientemente sobre la madera en la mesa de reuniones. Sus uñas, aunque cortas producían un sonido seco que comenzaba a ocasionar que una de las abundantes cejas del Comandante vibrara junto con el rabillo de su ojo.
-¿Es necesario que hagas eso, Levi?
-¿Es necesario que sigamos aquí?
Erwin estaba poniéndose pesado con el incesante tema de los víveres, y la sede, y el rey y sus enormes cejas.
Por lo general el Sargento soportaba la soporífera sensación de escuchar a Smith parlotear cuando no era de crucial importancia, pero aquel día, había enviado a Eren Jaeger a realizar unas cuantas labores al cobertizo que estaba en los terrenos del bosquecillo cerca del lago.Erwin decidió ignorarlo y siguió con "su "cháchara incesante, Hanji, a su lado parecía muy interesada.
Levi bufó irritado y se deslizó un par de centímetros por el respaldo de su silla. Solo esperaba encontrar al chico cuando estuviera libre; sentía que llevaba una eternidad detrás de ese crío, y casi, pero solo casi, muy al pendiente de lo que el mocoso hacía. Le creaba algo de culpa los quince años que le llevaba, claro, pero no lo suficiente para desistir de él; no era como si le atrajera por la edad que tenía.
A lo lejos la voz de Hanji hizo acto de presencia.Eren solía ser bueno limpiando, y a veces hasta rápido. ¿Y si terminaba antes de que él pudiera zafarse del embrollo de la reunión?
No, no podía ser, porque Levi estaba por perder la postura, y mandar al carajo todas sus reglas mentales y realizar un movimiento esa misma noche.Eren apilaba la leña junto a la pared interna del cobertizo, sobre una pequeña tarima que evitaría que los maderos se humedecieran con la nieve que sin duda amenazaba con caer. Estaba acostumbrado al trabajo duro, pero quejarse era uno de sus desaforos más placenteros. Bufar como idiota aquí y allá le daba cierto remanso de tranquilidad.
Los maderos eran la última de sus tareas, y el Sargento había asegurado que iría supervisar antes de que terminara, pero el viento silbaba y la noche ya había caído y el Sargento Levi no llegaba.
Eren pensó en volverse al castillo, pero ¿Y si el Sargento llegaba y no lo encontraba? De seguro se molestaría. Además de que si era así no podría verlo hasta el día siguiente. Concluyó en esperarlo un rato más, y sujetando ambos lados de la campera intentó arrebujarse un poco más en la prenda, él no solía sentir frío, pero había algo en ese aire nocturno de diciembre que lo hacía tiritar.
Eren no solía ser temeroso, pero el silbido del viento había aumentado, y en la lejanía, entre los murmullos invernales y la penumbra azulada tintineaban cascabeles. De pronto la sensación de ser observado se estacionó pesadamente en sus hombros. Eren volvía a sentirse un niño durante esa época en la que la oscuridad era su único enemigo, y la urgencia de echar a correr se sentía de pronto como una vejiga llena.
El viento aumentó, silbando furioso y trayendo arenilla consigo que se coló en sus ojos, para luego cesar de pronto y el bosque entero guardó silencio, de repente los cascabeles sonaron encima de su cabeza.
En la guerra que lidiaban en la legión era necesario mantener las perspectivas amplias, luchar por no ser comido por criaturas repulsivas y gigantes. Pero ver lo que Eren estaba contemplando en ese momento, y que lo había hecho irse de espaldas contra el muro del cobertizo, ese era un asunto aparte.
El dueño de los cascabeles no era un gato pequeño ni nada benévolo que se pudiera imaginar, sino una criatura de dos metros que aguardaba frente a él. El enorme cuerpo estaba cubierto de un espeso vello color plomo que cubría todo a excepción de palmas de las manos, cuya piel era de un color gris oscuro; los dedos largos y rematados en oscuras garras en punta brillaban como el charol. Sus pies eran largos, se asemejaban mucho a los de una cabra, con la pezuña dividida al final, y en la cabeza tenía un par de cuernos robustos y aglobados que salían de la parte más alta de su cráneo para girar sobre su propio eje en espiral y caer hacia la nuca. Lo que hizo que Eren terminara de casi orinarse encima fue que aquella criatura mítica que lo miraba de arriba abajo y cuya respiración jadeante formaba volutas de vapor danzante, era idéntico a...
-¿Sargento Levi?
Eren Jaeger
La voz de la criatura se coló muy hondo en Eren y todo el vello nuevo de su cuerpo se erizó.
-Has sido un chico malo, ¿Cierto? -la criatura sonreía mientras le hablaba, y en una de sus manos sostenía una larga y firme rama de sauce que agitaba de un lado a otro.
Ese no podía ser el Sargento Levi. Se le parecía muchísimo aun con esa piel pétrea, y el oscuro pelo, los ojos ambarinos y los colmillos que asomaban incómodamente en su boca.
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Si te portas mal, él vendrá por ti.
FantastikEren tiene quince años, y aunque ya es un soldado de la legión, cuando la noche del 5 de diciembre esta por llegar a su fin, el Krampus piensa que aún puede castigarlo como a un niño que se ha portado mal.