Dieciséis.

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Kay abrió la puerta esperando ver al moreno y su hermano tumbados en el sillón, más no fue así cuando vio la sala vacía y las luces apagadas. Las cejas del alfa se fruncieron al no captar el olor de su omega de sangre, ni el de Zayn. Los buscó en la cocina, pero igual de vacía se encontraba, entonces su sistema e instinto animal comenzaron a burbujear en celos al sospechar donde podrían encontrarse.

Corrió hacia la segunda planta, abrió la puerta de su hermano y miró a ambos dormidos en la cama, Liam envuelto en sábanas como un pequeño taco y Zayn por encima de ellas, rodeando al castaño posesivamente. Gruñó por la tranquilidad que desprendía la pareja allí en la cama, el gruñido fué tan feroz, tan ronco y enfadado, que el moreno despertó al sentir a su alfa ponerse alerta y la sensación de proteger a su omega.

—Creí que había dejado claro que estaba prohibido entrar a la habitación de Liam— Kay avanzó un par de pasos en una postura de ataque.

—Liam se sintió mal y lo traje a la cama— dijo Zayn dejando la cabeza del castaño en la almohada y se levantó con cuidado, siendo lo más cauteloso posible para no despertar al chico durmiente. —Me quedé a cuidarlo.

—Cuidarlo desde la silla que está en la esquina no era mala idea, Malik— señaló Kay al objeto, demasiado molesto por haber sido desobedecido. 

—No toqué con otra intención a Liam, si eso te preocupa— Zayn bufó, quería ser lo más razonable para no crear un conflicto que costará las visitas a su omega.

—No me importa, hice reglas y no las respetaste.

—Liam es mi omega, así que como su alfa yo debo cuidarlo, y tocarlo sin su consentimiento seria un error que a mi animal le costaría de por vida— Liam se removió entre las sábanas y falló sus ojitos con el puño para alejar los restos de sueño,  demasiado aturdido por el alboroto.

Él emitió un sonido al oler el picor y amargura de ambos alfas que impregnó toda la habitación, la naricita de Liam respingó y se sentó para mirar la situación. Kay giró hacia él al igual que Zayn, el moreno giró para mirarlo en un eje de preocupación.

—¿Como te sientes bebé?— pregunto su alfa y Liam no pudo evitar teñir sus mejillas de un rubor carmesí.

El asintió levemente.

—Liam— Kay le llamó el castaño giró para mirarle y supo que su hermano no estaba del todo contento. —Tenían prohibido entrar a tu habitación, así que no más salidas con Zayn. Desde ahora tu novio no pondrá pie en esta casa.

Todas las ilusiones y esperanzas de Liam cayeron al piso, su corazón comenzó a palpitar tan rápido y su omega lloriqueó ante la separación que su hermano estaba poniéndole para ver a su alfa.

Zayn gruñe al alfa, es más que obvio que no está contento con la decisión que éste ha tomado, sin embargo, decide tranquilizar la furia que burbujea tratando de salir, pues su bebé está presente y sabe que, de alguna forma u otra, puede resultar herido, y eso jamás se lo perdonaría.

Aprieta las manos haciendo un puño con ellas, respira profundamente y mira a Kasey, retendiendo el impulso de abalanzarse y pelear por su omega. —Ojalá no tardes en darte cuenta de la gran estupidez que estás cometiendo.

Kasey vira los ojos cruzándose de brazos. —Te doy cinco para que salgas.

Con toda la calma que puede aparentar, el moreno se acerca a Liam, quien se encuentra mirándolo con un puchero y grandes ojos. No falta mucho para que se suelte a llorar, lo que aumenta el deseo de Zayn por golpear a su hermano. En su lugar, atrae al castaño a sus brazos y besa la coronilla de su cabeza con dulzura. Un gruñido nuevo se forma en su garganta cuándo su camisa comienza a mojarse por las saladas lágrimas. —No llores, bebé. Nos veremos pronto, lo prometo.

La calma del alfa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora