CAPÍTULO III
El transcurso de los días después de ver aquella obra abrió una parte de mí que jamás pensé que existía. Estudiar dentro de mi habitación seguía siendo mi vida pero en aquellos cuadernos sin darme cuenta mi mano trazaba bocetos de aquella obra, sobre todo a Ícaro.
Cuando regresaba de esos viajes hacia mi imaginación, me encontraba en mitad de complicados bosquejos que eran escenas de la obra, como Ícaro de rodilla con la vista al cielo y las alas rota.
Algunas noches antes de dormir podía ver como estrellas se pintaban en mi cielo como en un pizarrón con tiza.
Dibujadas ahí para hacerme soñar. Dibujadas ahí para hacerme vivir.
¿Por qué me intrigaba tanto ese espectáculo? ¿Por qué me intrigaban los aplausos?
En mis clases de piano sin querer mi mente recordaba las nota exactas de aquel número de circo, todo estaba tan involuntariamente plagado en mi como un parasito. No podía olvidar y seguir. Entendí que yo también sabía hacer magia a través de mis dedos, tenía una muy buena memoria auditiva.
-¿Esa es la canción del circo? –preguntó mamá entrando con una taza de té y galletas, papá había recomendado que bebiese aquello para evitar cualquier complicación.
-Me pareció hermosa.
-Eres muy hábil en el piano para simplemente recordarla.
-Siento haberla oído alguna vez. –ella se escondió detrás de la taza. –Sabes mamá... -La miré y recordé aquella visión que me llevó a unos años cuando era apenas un niño y estaba viendo otro espectáculo junto a mamá. Pero entonces recordé lo complicado que era su embarazo y decidí no mencionarlo.
También pasó por mi cabeza preguntarlo sobre que pasaría si simplemente deseara tomar otro camino al de la familia. Si quisiera ser un artista de circo. Analicé esa situación en silencio mientras mantenía la mirada en las teclas y me relajé inspirando un poco.
-¿Connor? –intentó regresarme al mundo en el que debía estar.
-Sabes... lo olvidé. –ella sonrió y yo hice lo mismo.
Pensé que tal vez, solo estaba asombrado por lo diferente y que al pasar los días me olvidaría de mi evidente interés por el espectáculo. Pero cada día mi interés aumentaba. Bailaba dentro de mi cuarto imaginando aquella idea. Mi cuerpo a veces simplemente giraba imaginándome balancearme en aquellos aros, en los trapecios.
Un par de veces me escapé por las noches para poder volver a ver la función, perderme entre la música el baile y los trajes.
Perderme entre los aplausos aunque no eran míos, yo los sentía así. Pues al terminar cada función era yo el que se veía sobre el escenario.
y siempre al terminar el espectáculo ocurría lo mismo. Yo en el escenario y yo viéndome desde las gradas. Con el tiempo eso se transformó en un sueño de mis noches.
¿Me estaba volviendo loco? Me adentré a la casa con el cuidado de no despertar a nadie, pero allí estaba papá esperándome.
-¿Dónde estabas?
-Con Anne. –comenté mintiendo sin titubear, mientras subía las escaleras a mi cuarto.
-Se supone que tienes que concentrarte en tus estudios, las prueba están a la vuelta de la esquina.
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ICARUS, ALAS A LA LUNA
Novela JuvenilConnor es un chico nacido en una refinada familia donde los padres deciden la vida que debe llevar inclusive cuando sea mayor. Todo estaba listo para que fuese doctor cuando de pronto sus planes cambian al verse reflejado a sí mismo en un espectácul...