35. Superar no es lo mismo que olvidar

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Me desperté con una pesadez sobre los párpados. Después de un tiempo, fuí capaz de distinguir la luz que asomaba a través de las cortinas de mi habitación y suspiré.

Ese día Adam se iba de la ciudad.

Sé exactamente a qué hora se va. Sé el destino que tiene el tren que tomará. Pero no sé si me quiero despedir.

Volví a suspirar por cuarta vez en los últimos diez minutos. Finalmente me levanté de la cama, sintiendo un dolor intenso en mi espalda, que empezó a recorrer mi columna vertebral.

—Demonios, ¿cuánto tiempo dormí?— bostecé. Cómo pude tomé mi celular. Abrí los ojos de par en par, al fijarme en la hora que marcaba el reloj.

11:31 a.m.

—¡Chris!— grité desde mi habitación y segundos después apareció el mencionado con una expresión de horror.

—Deberías darte un baño.

—¿No tuviste la decencia de despertarme?— digo con fingida indignación. La verdad, estaba satisfecha con el tiempo que dormí. No recuerdo la última vez que dormí tan plácidamente.

—Lo siento— se sincera.

Comienzo mi camino hacia el baño para tomar una ducha, cuando escucho el sonido de la puerta principal siendo golpeada.

—¡Yo iré!— grita Christopher bajando las escaleras. Empiezo peinando mi melena café. No puedo evitar escuchar quién es el que está del otro lado de la puerta. Es imposible no reconocer esa voz...

—¿Está tu hermana?— pregunta finalmente sin más rodeos.

Me quedo estática y ruego al cielo que Christopher diga que no. Qué salí, que nunca volveré, que me fuí a China ¡cualquier cosa rayos!

—Si, está arreglándose— reprimo el impulso de gritarle que es un idiota.

—¿Puedo esperarla aquí?— escucho como pregunta y mi hermano le responde con un sonoro "Claro"

Suspiro.

—Okay Liz, todo estará bien— me digo a mi misma mientras tomo mi toalla —Solo habla un par de cosas con él y listo. Todo estará bien.

Espero pacientemente a que el agua se caliente. La temperatura tibia es bien recibida por mi espalda adolorida.

Cuando salgo, me envuelvo en una toalla. Camino hacia mi habitación y decido vestirme con una blusa holgada color verde lima y unos jeans azules. Cepillo mi cabello y lo seco nada más que con la toalla que sostenía entre mis dedos.

—¡Liz, te buscan!— grita Christopher desde el pie de la escalera.

—¡Voy!— contesto.

En el momento en el que estoy conforme con mi aspecto, empiezo a bajar las escaleras, temerosa por lo que me espera al final de ellas.

Al final, me encuentro con esos ojos verdes que en su momento me encantaban. Qué digo, son impresionantes.

—Hola Elizabeth— dice cuando aparezco en su campo de visión. Me acerco un poco a él para responderle:

—Hola Luke— Chris empieza a irse pero antes de que pueda desaparecer de mi vista, lo tomo de la manga del suéter y le susurro:

—La próxima vez dí que me mudé a China— murmuro entre dientes.

—Pensé que era tu novio— contesta en el mismo tono.

—China, Chris, Chi...— empiezo molesta.

Pero tú, no lo oíste de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora