Capitulo 7 - segunda parte

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  —Estoy embarazada.

El refresco se derramó por la mesa.

Guardó silencio.

Lo supo desde el primer momento que la vio.

Hinata le traería problemas, puede que demasiados y, aun así, decidió proseguir. Por tanto, culpar a Hinata no servía de nada, pensó. Pero en aquel momento no pudo pensar en otra cosa que en desear que abortara. Puede que no la amara tanto, o que su amor se hubiese convertido en odio. Aquel niño era un error y tenerlo, una locura. No estaba preparado para un accidente así.

Se imaginó rajándole el vientre de un golpe.

—¿Estás segura de lo que dices? —preguntó Naruto.

—Sí.

—Puede ser un retraso, no sé... —dijo —. Cualquier cosa.

—No.

—Esto no me puede estar pasando.

—¿Qué vamos a hacer? —dijo Hinata. Naruto la miró a los ojos, después a su mano. Le temblaba el pulso. Ella también estaba nerviosa, intranquila.

—Obvio —dijo él —. Abortarás.

Hinata le asestó un sopapo.

Naruto agarró su brazo, con fuerza.

—Me haces daño, Naruto...

—No vuelvas a hacer eso.

Hinata apartó la mano.

—No pienso abortar.

—Ya lo creo que sí —dijo Naruto.

—Ni siquiera lo hemos hablado.

—No hay nada que hablar —lamentó el adulto —. Si lo piensas demasiado...

—¿Qué? —dijo Hinata.

—Lo acabarás teniendo.

—Eso ya ha sucedido.

—¿Desde cuándo lo sabes?

—Deberías apoyarme.

—¿Qué pasa con nosotros?

—Yo me haré cargo del niño —dijo Hinata —. Mi familia tiene dinero.

—Que le den por el culo a tu familia, Hinata —dijo Naruto —. Me echarán del trabajo.

—Posiblemente —dijo y rió.

Naruto pensó en estrangularla y terminar con los dos. Ella y el ser.

Hinata estaba embarazada. El mundo seguía, los árboles perdían sus hojas, algunas personas llegaban tarde a sus citas médicas y un chico compraba entradas de cine por internet. El mundo no terminaba allí y de pronto, Naruto se sintió libre al ver una bolsa de plástico enredada bajo la lluvia en un remolino de aire, Naruto estaba estresado con todo lo que pasos en los días anteriores para decir semejante barbaridad —: ¿Crees en las casualidades, Naruto?

—Ahórrate la mierda, Hinata.

—Yo creo en nosotros —dijo la joven con los ojos abiertos.

—A tu edad... —dijo él —, las cosas... En fin.

Naruto pensó por un momento en las cosas que tanto prometió en su edad, a otras chicas, a otros amores. Cuántas mentiras que creyó y olvidó con la misma rapidez.

—Tenemos que irnos —susurró interrumpiendo al profesor.

—¿A dónde?

—Me están vigilando —dijo la joven.

—¿Cómo lo sabes? —dijo él.

—Desde hace días, mi padre actúa de un modo extraño.

—Si fuera tu padre, también lo haría.

—Están por todas partes.

—¿Quiénes?

—Sus hombres —dijo ella —. Todos tienen el mismo aspecto. No importa cómo intenten vestir o qué quieran parecer. Los detectas. Son todos igual de rancios.

—Si intentas acojonarme...

La chica sacó el teléfono de su bolso.

—Recibí varios mensajes tuyos pidiéndome que te dejara en paz —explicó ella —. No era tu forma de escribir, supuse que algo iba mal.

—¿Cómo estás tan segura? —contestó Naruto irónicamente.

—Hay cosas que no te puedo contar aquí —explicó Hinata —. ¿Recuerdas aquel viaje que querías hacer?

—Sí —dijo él, incrédulo.

La chica meció el pelo húmedo de Naruto y lo cubrió con la caperuza empapada de lluvia.

—Confía en mí, por favor —dijo Hinata —. Yo soy la única que puede solucionar esto.

Mostró dos billetes de tren con destino a Osaka, una bonita ciudad costera en el norte del país donde muchos japoneses pasaban las vacaciones.

—Son para hoy —dijo Naruto. La joven asintió y le dio una hora para citarse en la estación de trenes.

—Dame tu blusa—dijo ella.

—Está empapada —contestó.

La chica cogió la prenda de Naruto y desapareció del local.

Una hora más tarde, Naruto se encontraba en el andén de la estación que Hinata le había dicho. Miraba a su alrededor mientras cambiaba el número de teléfono que había comprado en un kiosco. Lo había dejado todo en el apartamento. Encima sólo llevaba el pasaporte, dinero en metálico y una cartera de cuero destrozada.

Compró unos emparedados para el viaje en una tienda de ultramarinos.

Su única fuente era la intuición.

Solitario en el andén, esperaba un tren que llevara su nombre.

Hinata apareció poco después.

El tren llegó.

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lo siento por demorar tanto pero estamos a fin de año y aja... ustedes entenderá...

subiré varios capítulos para recompensarlos..

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Gakkō ai ( amor escolar) NaruHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora