Bajó las escaleras y se acercó a la mesa, tembloroso. Cada vez que despertaba, Naruto creía que se había tratado de un sueño. Sin embargo, el sueño se convertía en realidad, siguiéndolo a donde iba, atravesando sus pensamientos.
—¿Por qué has tardado tanto? —dijo Sasuke.
—Hora punta, al parecer...
—No importa... —contestó. Sasuke había terminado con el pan. Mostró nerviosismo, hasta Naruto lo pudo palpar en el aire —: ¿Y bien? ¿Me vas a decir de una vez de qué va todo esto?
El camarero apareció con dos vasos de cerveza como habían ordenado, no obstante, los dos vasos eran iguales. Todos los presentes allí actuaban de un modo extraño. Los vasos estaban separados con una distancia prudencial para no ser confundidos, así que cuando el camarero fue a servir el primero, Naruto se levantó y los puso sobre la mesa, invirtiendo el orden.
—¿Se puede saber qué haces? —dijo Sasuke.
A Naruto le temblaba las manos casi tanto como a Sasuke la voz. Se desconocía quién iba a salir vivo de allí. Poco a poco, entendió que todo era una trampa.
—Brindemos.
—Espera... —preguntó Sasuke —. Tengo que llamar primero a ese camarero...
Naruto dio un golpe en la mesa.
—¿Me vas a negar el brindis?
Levantaron el vaso sin despegar las miradas y dieron un largo trago, posiblemente el más largo de sus vidas.
El camarero se acercó con un plato con patatas, pero un cliente tropezó, tirándolas al suelo. El empleado se disculpó y otro acercó otro plato.
—Nunca fuimos amigos... —dijo Naruto —. ¿Verdad?
—Te lo advertí, Naruto —contestó —. No soy hombre de problemas...
—¿Quién eres? —preguntó —. ¿De qué va todo esto?
—Me caías simpático... ¿Sabes? —dijo —. Habrías hecho carrera en el partido...
—¿Dónde está Hinata?
—Eres un pobre necio idealista... —dijo —. Estás perdido, no tienes salida.
—¡Habla!
—Ya están en camino —dijo el japonés —. No montes una escenita, ¿quieres?
—¿Quiénes sois? —preguntó Naruto.
—¿No lo entiendes? —dijo Sasuke. Su voz comenzó a debilitarse —: Somos todos... la persona que trabaja en la tienda, el camarero de la cafetería de la esquina, el taxista, el conductor de autobús que te lleva cada mañana a trabajar... Somos los únicos que nos preocupamos por restablecer el orden en este país y en la antigua Asia. Hyuga no está solo. Un nuevo período para la nación y el imperio, está por llegar... Debemos defendernos de quien busca atacarnos, pero, sobre todo, de los fanáticos islamistas, de la lacra federalista y las teorías igualitarias que no han hecho más que demostrar lo ineficaces que son... Asia se enfrenta a un problema muy grande, a una invasión racial, espiritual, que nos infecta como una epidemia, sin poner remedio a tal desastre... Tenemos que cuidar a los nuestros antes de que su dogma se imponga por la fuerza.
—Me das asco, hijo de la gran puta —dijo Naruto desbordado.
—¡Cometes un error, Naruto! —gritó Sasuke enervado pero cada vez más débil —. Sólo te importa la chica y no eres consciente del daño que haces a esta nación. Los revolucionarios te usarán como mártir para cantar la victoria. No dudes que se desharán de ti cuando no te necesiten... No son más que animales solitarios, traidores de su patria. Tú no eres un héroe, Naruto, tú sólo buscas a Hinata... Vuelve a tu país, lárgate antes de que sea tarde... No confundas sus intereses con los tuyos, saldrás muy lastimado. No pienses que te traicioné... Traté de ayudarte, protegiendo siempre a los míos...
—Por última vez —dijo Naruto levantando la voz —. ¿Dónde está Hinata?
Sasuke le regaló una sonrisa y se desplomó en la mesa, metiendo la cabeza en el plato de comida. Ante la mirada de los comensales, Naruto se levantó y salió a paso ligero del restaurante. Se escucharon sirenas de policía. Naruto caminó bordeando la manzana, entró en un pequeño restaurante japonés y corrió más y más entre una cocina sucia y maloliente hasta llegar a la puerta trasera, a un callejón por el que sólo había una salida. A lo lejos vio el coche rojo, esperando con los intermitentes en marcha. Escuchó varias voces y salió disparado. Dos tipos con traje entraron en escena, persiguiéndolo. El coche rojo encendió el motor. Naruto sentía las zancadas más y más cerca. Abrió la puerta trasera y se metió en el coche. Uno de los tipos se abalanzó y Naruto le regaló un pisotón en el brazo. El coche aceleró tirando al tipo al suelo, perdiéndose en una larga calle secundaria.
Naruto miró al conductor.
Era un joven barbudo y tatuado.
—Tómate dos —dijo el joven entregándole un bote de píldoras —. Quédatelo, las necesitarás.
Una hora después, entraron en un bloque de pisos. El frío de la calle entraba por las ventanas rotas, mezclándose con el olor a humedad y orín de las esquinas. El joven caminó delante de Naruto hasta el apartamento 24, sacó su teléfono y marcó un número.
La puerta se abrió y la mujer se abalanzó sobre Naruto con un abrazo.
Era Tsunade, su compañera de trabajo.
—Vamos dentro, hay algo que debes saber.
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Gakkō ai ( amor escolar) NaruHina
Fiksi PenggemarNaruto es profesor en una escuela para señoritas y se enamora de Hinata una alumna de ultimo grado hija del secretario general, el cual se encargara de no dejarlo junto, pero ellos luchan por el amor que se tiene. Fin de publicación: 18/01/2019 3:4...