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“Chico, realmente rompiste mi corazónTomaste mi amor y lo hiciste pedazosTodas las cosas que me hicisteLas perdoné en silencioPero nunca las olvidaré”

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“Chico, realmente rompiste mi corazón
Tomaste mi amor y lo hiciste pedazos
Todas las cosas que me hiciste
Las perdoné en silencio
Pero nunca las olvidaré”


Need Ur Luv—Charli XCX

Las relaciones suelen ser largas o pasajeras

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Las relaciones suelen ser largas o pasajeras.

Algunas de ellas están llenas de buenos momentos, así como otras, que se encuentran llenas de mentiras y desilusiones.

Desafortunadamente la mía había tenido de ambas partes.

Katsuki Bakugō

Mejor conocido por Kacchan, un apodo que yo mismo le había puesto tiempo atrás.Ese rubio malhumorado era el amor de mi vida y mi mundo entero.

Nos conocíamos desde jardín de niños y nos volvimos demasiado cercanos, aunque nos costaron muchas cosas a los dos.

Ambos habíamos aceptado los sentimientos del otro en un día de verano cuando los fuegos artificiales iluminaban el cielo cuando aún éramos jóvenes.

En todos esos momentos me sentía dichoso de tenerlo a mi lado solo para mí.
Sabía que muy dentro de él también me amaba como yo lo amaba a él. O eso quería pensar.

La preparatoria había sido uno de los mejores años, nuestra relación llevaba ya tres años consecutivos; llenos de buenos momentos. Incluso el principio de la universidad había sido maravilloso también.

Pero la felicidad no es para siempre.

Las peleas constantes, el conocernos demasiado bien, el saber perfectamente la vida del otro llegaba a resultar aburrido para ambos. Y el vivir juntos no arreglaba nada.

Llevaba tiempo pensando en los últimos años, la relación ya no era la misma, la monotonía había caído como si de casados se tratara y los últimos meses habían ido de mal en peor.

Kacchan ya no regresaba a dormir, siempre era bien recibido en el departamento de uno de sus mejores amigos.

Kirishima Eijirō.

Un pelirrojo muy peculiar, era realmente un chico súper agradable y admiraba que —aparte de mí—, él también soportara el delicado carácter del rubio sin problema alguno.

Las relaciones amorosas son el cielo y el infierno al mismo tiempo.

Un día estás tocando el paraíso, sintiéndote el único capaz de poder tocar la perfección, pero al otro día también puedes sentirte asfixiado por la flamantes llamas del abismo.

Creí que mi mente me jugaba malos ratos, cuando miraba discretamente algunos mensajes del pelirrojo en el teléfono de mi novio. Algunas llamadas por la madrugada fingiendo tener problemas con la tarea de una materia fácil. Él que ya no me miraba con ojos de amor como lo hacía tiempo atrás.

Así que pensé en tratar de recuperarlo nuevamente.

Hice lo imposible por él.

Cenas recordando esas pequeñas citas que tuvimos, noches en las que ninguno de los dos necesitaba dormir, hacer las cosas que a él le encantaban, mostrando una brillante sonrisa al mirarlo feliz aunque no fuera sincera. Por no olvidar al tener la paciencia suficiente cuando discutíamos.

Me sentía vacío cuando sus brazos ya no me protegían como en un inicio. Cuando me ignoraba y evitaba en esas últimas veces que estuvimos juntos.

Debió de saber que yo también me sentía aburrido de lo mismo, que él no era el centro del universo. Pero realmente lo seguía amando; sin importar cuantas veces me lastimara.

Pero todo tiene un límite.

Y Bakugō lo había rebasado.

Los dos lo sabíamos.

La hermosa y perfecta vida que había planeado a su lado... Quedó en el olvido justo como yo también había quedado.

La mitad de nuestras vidas juntos, los seis años de la casi perfecta relación que solíamos tener. Creí que todo eso le era importante también, qué yo era importante para él.

Pero la realidad era otra.

Kacchan ya no me amaba.

Él ahora amaba a otra persona... Una que probablemente era mucho mejor que yo.

Pedía respuestas. Quería que ambos tuvieran el valor para disculparse por el daño hecho, quería una disculpa sincera, y no una sólo por obligación.

¿Pero como podría reaccionar ante todo eso?

Me senté frustrado en el borde de la cama. Eran las tres de la mañana y yo aún seguía despierto recordando cada maldito segundo de lo ocurrido.

Miré uno de los tantos portarretratos que tenía en la mesita de noche. Uno en los que ambos lucíamos tan enamorados.

Con las lágrimas cayendo por mi rostro, tomé una de esas fotografías y la tiré lejos de mí, logrando que se rompiera en mil pedazos. Como en ese momento se encontraba mi corazón.

Lamentablemente sentía que necesitaba el amor de Kacchan por muy amargo que llegará a ser, necesitaba a aquel chico que me juraba amor eterno, de aquel que seguía enamorado, pero mi lado orgulloso luchaba para decirme que yo era mucho mejor que eso y que ya no necesitaba migajas de su amor.

En ese momento de confusión sólo necesitaba más pañuelos y un buen helado, y tal vez alguna película que me hiciera reír o llorar, cualquiera de las dos opciones eran bienvenidas.

Mientras ese mal rato pasaba, esperaría el momento para volver a ser feliz nuevamente.

Mientras ese mal rato pasaba, esperaría el momento para volver a ser feliz nuevamente

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