«12»

2.7K 370 130
                                    

"Dime lindas mentirasMírame a la cara Dime que me amas Incluso si es mentiraPorque no me importa un carajo en absoluto"IDFC—Blackbear

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"Dime lindas mentiras
Mírame a la cara
Dime que me amas
Incluso si es mentira
Porque no me importa un carajo en absoluto"
IDFCBlackbear

"Dime lindas mentirasMírame a la cara Dime que me amas Incluso si es mentiraPorque no me importa un carajo en absoluto"IDFC—Blackbear

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El amar duele...
Duele cuando amas a la persona equivocada, cuando quieres que sea solo tuya y de nadie más, sin importar lo que suceda.

Sin importar, que tu mismo salgas lastimado en el transcurso.

Olvidando todos los riesgos que puedas atraer.

Me quería hacer a la idea de que tenía el sentimiento equivocado. De que aquello solo era placer y no amor.

Pero... Cómo negarme a las rudas caricias que lentamente se iban llenando de amor cuando tocaban mi piel.
Una piel necesitada de amor, una piel que se llenaba de dolorosas y placenteras marcas.

Bakugō Katsuki había llegado a mi vida para ser mi complemento perfecto.

Pero debía de entender que él... No era mío.

Me había tomado con la guardia baja. Con el corazón roto por un amor no correspondido. Un amor que solo supo devastarme hasta llegar a convertirme en lo que ahora soy.

Era un idiota por dejarme vencer por esos sentimientos que se iban impregnando cada día más. Torturándome hasta el cansancio.

Y ahí...En la obscuridad de la habitación solo se podía apreciar la poca luz que llegaban a sus hermosos ojos carmín. Unos ojos que me hipnotizaban y me hacían caer a sus pies cuál sirviente a su rey.

Fueron pocas veces en las que nos habíamos encontrado en esta situación. Los besos ya no bastaban y las caricias cada vez se hacían mas necesitadas.
Las miradas se volvieron ansiosas y demandantes. Y sus besos me distraían de la poca cordura que me quedaba. De la dignidad que se había ido de mi vida. Aquellos besos eran mi detonante a la locura.

Con precaución se deshizo de mi camiseta que quedó en algún rincón de mi habitación. No dejó de besar con dureza mis labios mientras seguía buscando poder tocarme sin piedad. Fue bajando poco a poco para depositar suaves besos en mi sensible cuello tratando de no lastimarme. Tratando de ser cuidadoso y no herirme en el intento.

No más corazones rotos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora