Las relaciones amorosas siempre pueden llegar a ser el martirio de muchas personas.
Izuku Midoriya lo supo mejor que nadie.
Ya que su pequeño y amoroso corazón fue destrozado por una larga relación.
Izuku dijo que eso estaba bien para él, pero no q...
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Yo no quería enamorarme de él...
Pero el amor no conoce sus límites y siempre busca lastimarte de la peor manera.
Me había enamorado de lo prohibido. Y había salido lastimado.Había perdido de la peor manera. Y ahora me arrepentía. Porque aquello seguía doliendo.
Pero en su momento había sido mágico.
Los besos y las caricias de Katsuki eran difíciles de olvidar. Ese jodido rubio logró robarse cada parte de mí. Había dado la mejor versión de lo que solía ser.
Y él lo había destruido.
Lamentablemente los dos salimos heridos. Di todo lo que un idiota enamorado da. Sabía que Bakugō mentía. Pero me negaba a creer que él lo hacía a propósito.
Tenía a su lado a un chico fantástico. Yo solo era un estorbo en sus vidas.
Intenté alejarme...
Pero fue difícil al negarme a cada llamada que él hacia en las noches, cuando sentía que su relación ya no era la misma. Su relación había terminado hace años. Katsuki se negaba a aceptarlo; y yo entendía cada punto que el daba para compensar lo perdido, La monotonía es algo que no se puede ocultar.
Sabía que Midoriya aún amaba a Katsuki.
Pero yo también lo amaba.
Amaba lo peligroso que era el besarlo y pensar que en cualquier momento el de cabello rizado llegaría y nos miraría en el acto. Me gustaba todo lo que se tratara de Katsuki; incluso su carácter explosivo.
Y ahora me lamentaba haberlo amado tanto. Más bien...
Me odiaba por seguirlo amando.
Y ahí seguía llorando en la tina a punto de desbordarse. Con frías y dolorosas lágrimas miré los somníferos en la repisa.
Si los tomaba... Está vez ya no habría quién me salvara. Recordé los rubíes del rubio. Brillantes, como aquella noche en la que me besó sin compasión; olvidándose por completo de su amado.
Olvidándose de todo aquello que había construido al lado de otra persona.
Otra persona que no era yo.
Me sumergí en la tina esperando el momento en el que me faltara el aire. ¿Cuántas veces había hecho aquello?
Había Perdido la cuenta.
Volví a tomar aire y miré nuevamente las pastillas que pedían ser tomadas. Espesas lágrimas volvieron a caer por mis mejillas. Me odiaba.
Odiaba a Bakugō.
Abracé fuertemente mis rodillas esperando encontrar en ellas la calidez que tanto necesitaba en ese momento.
Había tomado una decisión...
Pero fui interrumpido por el timbre que resonó en mi departamento. Sabía quien era. El dilema era que yo no quería verlo.
Tres meses desde que supe la verdad. Tal vez era momento de ser fuerte y salir completamente de su vida. Yo ya no quería mas dolor. Salí de la tina aún con la ropa húmeda para abrir la puerta y encontrarme nuevamente con esos rubíes que aún me derretían el corazón.
—Hola.
—H-hola— hablé con un nudo en la garganta y nuevamente lloré.
El sufrimiento es algo que viene en compañía del amor. Y todos sabemos que es algo que no se puede ignorar.
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