Cinco

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El dueño del bote nos dio la habitación restante, era extremadamente pequeña, pero me gusta decirle acogedora. Nada va a arruinar esto, ni Celeste, ni mis padres. Solo había una cama de una persona. El señor nos dejó ahí para que arregláramos lo que queríamos ya que salíamos en 10 minutos.

-Tony, solo hay una cama.

-Pues, úsala. Yo duermo en el suelo.

Estaba muy feliz y ni siquiera dormir en el suelo de un barco a vapor me amargaría.

-No, úsala tú.

-Hey, estaré bien.

-¿Por que no dormimos juntos y ya?

-Okay, mientras no te molestes yo hago cualquier cosa.

-Amo esto, por fin huimos.

-Si, pero aun no es oficial, aun no salimos del país.

-Solo faltan tres minutos.

Los dos estábamos muy emocionados y solo queríamos largarnos. Cuando el barco por fin zarpó Bruno me miro a los ojos y me beso. Mis lagrimas de felicidad cayeron rápidamente y no pudimos dejar de abrazarnos por mucho tiempo. Cuando regresamos a la habitación tiré mi maleta en una esquina y Bruno tiro la suya en la otra esquina.

-Nos dormimos?-me pregunto Bruno-

-Bueno...yo estoy cansada, si quieres dormimos un rato.

-De acuerdo.

Empezamos a bostezar, no habíamos dormido nada. Nos reímos el uno del otro y el se acostó antes de que yo pudiera poner la pistola en un lugar donde fuera fácil agarrarla por si pasaba algo.

Me acomode en la cama y comencé a sentir sus brazos, ese tipo de chico que no tiene casi músculos pero no es débil. Sus brazos estaban tibios y con ellos agarró a mi cuerpo, podía sentir sus latidos: fuertes pero calmados. Estaba en completa calma, era el momento más perfecto, ese hermoso sentimiento, como un día frío y lluvioso donde tomas un chocolate caliente. Era perfecto.

Me desperté antes que él, vi su carita de cansancio, no lo iba a despertar o al menos no tan grosero, como nos solían despertar en nuestras casas. Los dos veníamos de una familia con muchos hijos, poco tiempo y de un pueblo bastante peligroso, por eso sabemos cuidarnos solos.

-Bruno...despierta- Le di un par de besos en la mejilla para que no se alterara tanto-

Me empujo y se quejo, pero yo no me iba a rendir tenía que despertarlo para que pudiéramos comer y decidir que hacer cuando llegáramos.

-Bruno...soy yo Antonia-El amaba escucharme decir mi nombre aunque el sabía que yo lo odiaba-

-Te odio Celeste.

No sabía que era yo, pensaba que era Celeste. Espero que no sea una pesadilla.

-Soy Antonia-Estaba tomando esto con tranquilidad, sabía todo por lo que el había pasado.

Me abrazo y me susurro al oído.

-Antonia, gracias.

-Si...yo...-Estaba intentando soltarme de su abrazo, aunque me gustara, teníamos cosas que hacer.

-No, por favor. Tu estás aquí lo se por que te siento-Me abrazo aún más fuerte-No te vayas nunca, prométemelo.

-Te lo prometo.

Nuestro beso no me impacto pero duro mucho, parecía que perteneciéramos el uno al otro.

Escapando contigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora