Tres

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-Bien!? Acabas de disparar.

-Yo se disparar y no iba a herir a nadie.

-No debí meterme, todo es mi culpa.

-Por que lo hiciste?

-No lo se...-Bajo la cabeza apenado-

No sabía si era por mi o por sus interminables ganas de morir. Tal vez estaba triste por Celeste.

-Vamos a casa-le dije-

-Necesitamos hablar, salgamos.

Nos fuimos a unas mesas al aire libre. Tenía cara de angustia, pena y tristeza. Odio verlo así, lo quiero demasiado.

-Dime.

-Okay...yo...Tony, no se como decirlo. ¿Segura que quieres escapar?

-Estas dudando en irte. ¿Es por Celeste?

-No se si ella quiera esto de verdad, se que detesta la idea de que nos vayamos solo tú y yo pero, no puedo seguir más con esta vida. Vámonos.

-Bruno...no estás seguro.

-Sí, lo estoy. No renunciaré a una vida de aventura como la que nos espera por ella. Aunque tal vez me duela.

Estaba firme en su pensamiento y tenía claro que era lo que íbamos hacer. Nos vamos, sólo él y yo, para siempre.

-Vámonos.

-De todos modos no creo que sea buena idea quedarnos para tener que volver a ver a ese idiota.

-Por lo menos ahora tenemos un arma.

Nos reímos un rato, por que aun seguía esa hermosa amistad. Siempre nos quisimos mucho pero nunca pensamos que estaríamos juntos.

En ese momento solo éramos nosotros e increíblemente no sentía que me fuera a hacer daño, el nunca lo haría.

-Tony...yo se que esto saldrá bien-Me agarro la mano y me miro directo a los ojos-Te amo.

No podía creer que eso hubiera salido de su boca, en ese momento, no podía perderlo.

-Bruno yo también te amo.

No, no pasó, no hubo beso pero se que los dos pensamos en que ocurriría. No era el momento, ese beso esperaría.

***

Cuando estaba entrando a mi casa vi una luz prendida, era la del cuarto de mis padres. Si se enteraban de que me había escapado estarían furiosos y además regresaba con un arma en la mano. Tenía que ocultar el arma y subir a mi cuarto para que no me descubrieran.

Vi a alguien salir de su cuarto, era mi mamá, estaba caminando al baño con cara de muerta. Cuando por fin regreso a su cuarto, cerró la puerta y apago la luz, decidí subir pero aun no tenía donde esconder el arma.

Busque por todo el suelo para buscar una baldosa suela, pero no habían. Luego encontré mi Caja de los deseos de cuando tenía 9 años y la oculté ahí. Nadie nunca revisaba mis cosas, mucho menos abrirían eso.

Escapando contigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora