capitulo 8. Bienvenido a casa, ¿cariño?

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Me despierto muy temprano, no podía estar en la cama ni un minuto más.
Me levanto y me voy directo a la ducha.
5 minutos después salgo en toalla y me siento en la cama de nuevo.
En eso alguien toca la puerta.
- Adelante – digo y me cubro bien.
Es Margareth, entra junto con dos chicas exageradamente arregladas, que dudo que trabajen para Dominnick.
- Señorita Coreman, buen día, llegaron sus estilistas – anuncia y sale de la habitación a toda prisa.
- ¿Mis estilistas? – pregunto más para mí, que para las chicas que me examinan de pies a cabeza.
- Eh hola, soy Carin – me saluda una chica extremadamente blanca – y ella es Tamy – señala a una chica morena – venimos a peinarte y maquillarte, ya que el señor Heinsbek llegara en unas horas y requirió nuestros servicios – me informa y se pone en jarra.
La chica morena se acerca a mí y toca mi cabello.
- ¡Oh dios mío!, tu cabello es un asco querida, tendré que aplicar tratamiento – me dice con voz alarmada.
- Bien, comencemos – dice Carin y abre un maletín gigante.
Me cepillaban, acomodaban, ponían, quitaban, me maquillaban, untaban, quitaban, marcaban; estuvimos así durante dos horas más o menos.
- ¡Espléndido! Quedaste hermosa – me dice Carin y besa mis mejillas.
- Te ayudaré con tu vestido, ¿Dónde está dulzura? – me pregunta Tamy.
-  En el closet – le digo y corre por él.
10 minutos después, estoy lista.
- Ese vestido es tan hermoso, es único, sofisticado y sencillo a la vez, hizo una excelente elección – me felicita Carin y acomoda un poco mi maquillaje.
- Nunca supe el porqué de esta acción, solo sé que regresa el – recuerda que eres su esposa - Dominnick y nada más – les digo y se miran entre sí.
- Vendrá la señora Heinsbek, madre de su esposo.
- Oh – me limito a contestar y dejo que me hagan los últimos retoques.
Espero con ansias, Carin y Tamy se han ido deseándome suerte. Siento que me sudan las manos, nunca en mi vida me había puesto un vestido de este tipo, es muy diferente a lo que visto. Aunque tiene encaje, es negro, nunca he usado negro, pero según Carin, mi piel se ve más clara y mi silueta más esbelta.
Lo único que odio de esto, son los tacones, nunca eh usado unos tan altos.
Me levanto de la cama y me miro al espejo.
- ¡wow! Me veo diferente – digo asombrada y paso mis manos por el encaje de mi vientre, es tan hermoso y delicado, pero a la vez sombrío y sofisticado.
Minutos después, llaman de nuevo a la puerta.
- Señorita Coreman – me habla una voz que hace tiempo no escuchaba.
- ¡Luciana! – digo feliz. Corro hacia ella y la abrazo.
- Señorita – la escucho quejarse, me remuevo y la miro preocupada.
- ¿Dónde has estado? – le pregunto y ella me mira cansada.
- Tenía que descansar y aliviar los golpes – me dice y señala su ojo.
- Aun no puedo creer que Dominnick te hizo eso – le digo un tanto enojada.
- Hablando del señor Heinsbek, me pidió que le diera esto – me dice y me entrega una nota con una pequeña caja roja.
- ¿Ya está aquí? – le pregunto y tomo el papel junto con la caja.
- Si, con su madre y hermana en el despacho – me contesta un poco... ¿molesta?
- Supongo que estas enterada del porqué de mi ropa – le digo y ella asiente.
- Lo que no entiendo es por qué lo ayuda, sabiendo como la ha tratado, ignorando lo que le había advertido de el – me dice molesta.
- Por la sencilla razón de que el confió en mí – le respondo y la miro confundida – cambio de tema – le digo para calmar la situación - ¿Por qué me pidió esto? – concluyo.
- La señora Heinsbek está muy mal de salud, y ella quiere que antes de morir, el joven Heinsbek consiga una esposa – me explica cortante.
Me quede en shock, ¿Esposa?
- Debo irme, que tenga suerte – me dice Luciana y sale de la habitación. ¿Cuál es su problema?
Me siento en el sofá y leo la nota:
Leisy:
Me es difícil explicarte todo, espero que no me guardes rencor alguno por lo de la otra noche, solo te pido que solo por hoy uses este anillo que está en la caja y que te hagas pasar por mi esposa, solo por hoy, es un asunto de vida o muerte.
Dominnick...
Pd. Espero que luzcas presentable.

Abro la caja y me quedo muda, es un anillo del sueño, cada detalle de él, me enamora, es un exquisito anillo de oro, con unos hermosos detalles en el aro, con pequeños diamantes incrustados, en el centro se encuentra un gran diamante, es inexplicable, realmente es hermoso.
Lo tomo con miedo y lo miro.
- Hazlo tonta, así te deberá un favor...
-    No lo sé, es una mentira muy grave, se trata de la vida de una persona...
- Estas vestida con un vestido extremadamente caro, te utilizaron como rata de laboratorio aquellas estilistas y ahora, ¿Te estás arrepintiendo? No seas tan cobarde hazlo...
Deslizo el anillo en mi dedo y suelto un suspiro.
- Hazlo por el – me digo en susurro y me levanto del sofá.
Camino hacia el espejo de nuevo y me miró fijamente.
- ¿En qué rayos te estas metiendo Leisy Coreman? – me pregunto y hecho un último vistazo a mi atuendo. Camino con paso dudoso hacia la puerta y la abro, solo pensando en cómo debo de actuar sin ser descubierta.
Camino hacia las escaleras, pero me detengo antes de comenzar a bajarlas.
- Respira Leisy, solo son zapatillas – me doy ánimos y bajo lentamente la escalera.
Al llegar al primer piso, camino hacia la cocina. Al entrar veo a Margareth regañando a una chica en otro idioma.
- Eh, señora Margareth – la interrumpo y ambas voltean a verme.
- ¡Por dios niña te ves hermosa! – me dice Margareth y se toma el pecho.
La otra chica me mira de pies a cabeza y se limita a sonreír.
- Gracias, no sé dónde está el despacho del señor Heinsbek – le digo apenada.
- Oh vamos yo te llevo – me dice limpiando sus manos con un paño y se pone de lado mío.
- La está esperando, nunca lo había visto tan ansioso y nervioso – me dice al oído y me conduce a una puerta negra detrás de la escalera.
- Es aquí – me señala la puerta.
- Me siento nerviosa – le confieso y me toma de ambos hombros.
- Esperemos que solo sea esta mentira, pero, no cabe duda que te ves como una princesa – me dice, sonríe y se va a paso veloz hacia la cocina, dejándome sola.
- Bien – digo y toco la puerta. Luego de unos segundos, me encuentro de nuevo con esos ojos que tanto extrañe, con esa mirada fría que me intimida y me hace sentir vulnerable, con esa presencia tan fuerte que logra derribarme con tan solo un roce, aunque en el fondo sé que los nervios se lo están comiendo vivo, lo ayudaré, sean cual sean sus motivos.
Inhalo onda y suelto sin pensar:
- Bienvenido cariño...

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